Unos 20.000 manifestantes opuestos a Japón marcharon por las calles de Shanghai, lanzando piedras contra el consulado japonés y destrozando automóviles y negocios para protestar por el comportamiento de Tokio durante la segunda guerra mundial y su empeño de conseguir un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Miles de policías observaron a la multitud, pero hicieron poco para contenerla. Las autoridades japonesas se quejaron de que los funcionarios chinos no implementaron medidas para frenar la violencia.
Otras miles de personas también participaron en protestas pacíficas realizadas en otras dos ciudades, desafiando el pedido del gobierno para que se abstuvieran.
En Pekín, cientos de policías se apostaron en la plaza Tiananmen, en el centro de la capital china, para obstaculizar una manifestación planeada. La embajada de Japón dijo que dos japoneses resultaron heridos en Shanghai después de ser rodeados por un grupo de chinos.