Las autoridades del distrito de Las Tablas, provincia de Los Santos, hace unos años hicieron un hermoso trabajo en la turística playa El Uverito, donde convergen los fines de semana y días feriados cantidades considerables de panameños, tanto locales como de las provincias centrales, y también extranjeros que llegan a disfrutar las cálidas y azules aguas que bañan la blanca arena de este recodo turístico del pacífico sur de Azuero.
Entre los trabajos que se hicieron destacan los ranchitos familiares, muro de contención, para que el viento no ensucie el área de playa; un puente sobre las piedras, baños para damas y caballeros, luces y carretera. Empero, algunos ciudadanos prefieren convivir con repugnantes gallinazos que llegan en grandes parvadas a disfrutar de toda clase de desperdicio orgánico que ellos mismos (visitantes) arrojan en la playa, muy cerca del área de los ranchitos y de descanso.
No se les ocurre meter esos desechos en bolsas para votarlos en lugares seguros, sino que buscan lo más fácil para ellos, que es dejarlos en el lugar que les brindó tan solaz esparcimiento. “Esto no es más que maldad, porque los nuevos visitantes a la playa El Uverito tendrán que convivir con los fétidos olores, y los indeseables zopilotes”, señala Elías García. A todo esto, no hay una sola autoridad que ponga remedio a semejante mal. Cuando los turistas dejen de visitar la playa, "entonces correrán".