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Incierto futuro del petróleo iraquí

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Hans de Vreij
Radio Netherland

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La adaptación de las abandonadas instalaciones de explotación iraquíes se ha estimado inicialmente en entre 3 y 5 mil millones de dólares.

A medida que la guerra en Irak entra en su fase final, cobra importancia la pregunta acerca de quién asumirá el control de la industria petrolera nacional. Quienes se oponían a la campaña militar siempre han alegado que el principal motivo de los norteamericanos no era derrocar a Saddam Hussein, ni despojarlo de sus armas de destrucción masiva, sino el petróleo iraquí.

En respuesta a las acusaciones, Estados Unidos ha alegado reiteradamente que el crudo pertenece al pueblo iraquí, y que éste será su principal beneficiario. Sin embargo, las cosas no son tan simples como parecen.

Recientemente, el Ejército norteamericano anunció que reanudará la producción de petróleo en los yacimientos próximos a la sureña ciudad de Basora. Y tras que la norteña Kirkuk cayera en manos de una alianza militar de kurdos y norteamericanos, es posible que se hagan anuncios similares respecto a los grandes yacimientos en esta región del país. Sin embargo, según la legislación internacional, Estados Unidos no está facultado para producir o vender crudo iraquí.

La Convención de Ginebra, de 1949, prohíbe explícitamente al vencedor de una guerra explotar los recursos nacionales del país derrotado. Aún está por ver si los norteamericanos están al tanto de esta norma legal. Además, tras la caída del régimen de Saddam Hussein, aún se debe establecer la propiedad del petróleo.

En principio, podría decirse que, de momento, todo ingreso en concepto de venta de petróleo iraquí está, desde el fin de la anterior Guerra del Golfo, bajo control de las Naciones Unidas, en el marco del programa Petróleo por alimentos.

El actual mandato del Consejo de Seguridad para el programa Petróleo por alimentos llega a su fin el primero de junio. Por tanto, uno de los debates más candentes para los próximos meses en el seno del Consejo versará sobre el procedimiento a seguir posteriormente a esa fecha. Estados Unidos ya ha sugerido una solución temporal.

GRAN NEGOCIO

El vicepresidente Dick Cheney ha propuesto sustituir al actual ministro iraquí del Petróleo por una comisión integrada en su mayoría por iraquíes, asesorados por expertos extranjeros, posiblemente norteamericanos.

Sin embargo, es muy posible que miembros del Consejo de Seguridad que, como China, han repudiado la guerra, o que, como Francia y Rusia, tienen intereses en la explotación de crudo iraquí, impongan su veto a la propuesta.

La adaptación de las abandonadas instalaciones de explotación iraquíes se ha estimado inicialmente en entre 3 y 5 mil millones de dólares. Diversas compañías internacionales del sector, tales como la anglo-holandesa Shell, han manifestado un interés general en invertir en Irak.

No obstante, mientras asuntos relacionados con los derechos de propiedad y explotación permanezcan ocultos tras una niebla legal, ninguna compañía estará dispuesta a invertir grandes cantidades de dinero o a suscribir contratos cuya fecha de expiración es dudosa.

Entre tanto, el petróleo iraquí seguirá fluyendo con dirección al puerto turco de Ceyhan, donde es almacenado en gigantescos tanques, pues los potenciales clientes (en virtud del programa de la ONU) se sienten atemorizados por las actuales complicaciones legales.

 

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