domingo 11 de abril de 2004

 

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  RELATOS Y REPORTAJES

PUERTO DEL ESTE : TURISMO AL AIRE LIBRE
Coquira: entre pescados y chinitos

Minerva Bethancourth | Crítica en Línea

A dos horas de la ciudad de Panamá se encuentra el puerto de Coquira, en el distrito de Chepo. Un lugar que esconde un tesoro turístico en las entrañas del río Bayano y brinda sustento económico a decenas de pescadores que desde muy temprano zarpan para encontrarse mar arriba con la variedad de especies marinas, que posteriormente son vendidas.

En medio de la camaradería propia de los moradores que habitan cercano a este puerto, con más de treinta años de existencia, también ocurren "cosas extrañas", sobre todo al caer la tarde.

La tranquilidad de la actividad se trastoca con la llegada de visitantes extraños de países asiáticos.

Se dice que a menos de un metro del puerto hay un barco llamado el "Fish Pan" que lleva un año de estar anclado allí, en las cálidas y a veces bravas aguas del río Bayano.

Hablar de las irregularidades inesperadas del puerto es peligroso, por eso, nadie se atreve a decir sus nombres, pero sí las historias. Uno de los residentes explicó que entre las 6:00 p.m. a 7:00 p.m., cuando hay poco movimiento, llegan algunas personas que parecen "autoridades" y suben al barco que está habitado por asiáticos, donde ninguno habla el español.

Esas cosas no deben pasar. Pido la presencia de la Dirección de Migración y Naturalización para que inspeccione el área y proceda a investigar si hay algún nexo con el tráfico de ciudadanos asiáticos en el lugar, dijo el ciudadano que se atrevió a contar la historia.

Crítica realizó un recorrido y pudo comprobar que en efecto existe la presencia de asiáticos que bajan de autos. Las cámaras no eran bien vistas por esta gente.

Los mismos llegan y se alojan en una casa cerca de la Autoridad Marítima de Panamá (AMP) y de allí se reúnen a conversar con algunos paisanos.¿Qué hacen allí?, es la gran pregunta. Las autoridades deben dar la respuesta.

TURISMO
El puerto de Coquira es un interesante lugar para hacer turismo al aire libre o mejor dicho turismo ecológico. Con el pago de B. 10 a B.20 que cubre una hora de trayecto en bote, los visitantes pueden recorrer cualquiera de las comunidades asentadas por los alrededores del río como: San Isidro, Limonada Arriba, Chinina y el resto de las ocho comunidades que componen el lugar.

En cada una hay un "pedacito" de las nueve provincias que componen Panamá. Allí conviven personas provenientes de Santiago, Los Santos, Coclé y de la propia ciudad capital.

Los fines de semana son días de fiesta. Cada comunidad se organiza para realizar encuentros de béisbol en un improvisado estadio, cuyos alrededores tienen "afrecho" de arroz.

Tanto propios y extraños se deleitan con las maravillas que componen el lugar, donde se puede apreciar tortugas, aves, pescados y una gran cantidad de árboles de bambú.

Hasta algo de leyenda tiene el río Bayano, cuyo nombre es en honor al negro cimarrón que formó una de las más grandes revueltas de los esclavos contra la colonia española en Panamá.

HOMBRES DE MAR
La cadena para comercializar el marisco tiene muchos protagonistas; comencemos por el primero. El hombre que madruga y se mete mar adentro por espacio de una semana, para así regresar con las delicias del mar y proceder a su venta.

Evelio Sánchez tiene 10 años dedicados a la pesca; dice que para entrar al "negocio" se tienen que invertir hasta B.400; esto incluye el mantenimiento del barco, la compra de combustible y todo lo necesario para mantener el pescado fresco, una vez sale del mar.

Como en todo, a veces se gana y otras se pierde, reflexionó.

Destacó que durante este período de Cuaresma, las ventas estuvieron "buenas", se vendió bastante.

Para Darío Gómez, quien antes tenía su puesto de venta de pescados en la 24 de Diciembre, Tocumen, la venta de pescado está en buen momento y aseguró que en las afueras del puerto de Coquira el precio es muchos más bajo en comparación a otros lugares.

Aclaró que desde hace un año se permite vender directamente al cliente, porque antes las actividades sólo estaban dirigidas a las compañías que compraban al mayoreo.

Los clientes se encuentran con un ambiente diferente, mientras le "componen" el pescado, ellos pueden "tomar" un descanso en una hamaca colocada cerca del puesto de venta.

Esteban Quezada, un hombre moreno de mediana estatura, no le gusta hablar de movimientos "extraños por el lugar", pero sí del negocio del marisco. Antes se adentraba en altamar como capitán de barco.

Pero hoy día se dedica a comprar a los pescadores, en su mayoría originarios del Darién, Chinina, Cepillo y de las islas del archipiélago de las Perlas, para así venderlo a las compañías.

A pesar que ahora su trabajo es diferente, también hace una gran inversión que oscila entre los B.300 a B.400 en un lapso de ocho días.

Según sus palabras, la pesca es una acti vidad de la cual se puede vivir.

De acuerdo a los pescadores del lugar, hay un hombre que ha hecho medio millón de dólares producto de la venta del pescado.

Bueno, así es la gente que se mueve en el puerto de Coquira, trabajadora, amable y hospitalaria. Con gran orgullo hablan de su oficio.

 

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