CUARTILLAS
Ideas
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
Pienso que algunos técnicos y asesores de este gobierno “están en Bosnia”, como decían hace dos años los jóvenes. Ellos se referían a personas que no “estaban en nada” que no se encontraban “en onda” con la realidad. Señalo lo anterior pensando en el problema de las cárceles. Como por el momento no podremos acabar en Panamá con la “mora judicial”, entonces hay que buscar otras soluciones para evitar violencia y violación de derechos humanos en las cárceles. Yo tengo la idea que hay que privatizar las cárceles. De esta manera una detención de un sujeto se convertiría automáticamente en un elemento de negocio, y no de una carga para la sociedad, como sucede hoy. Cada preso tendría que trabajar para pagarse la comida, alojamiento, lavado de ropa, y otras cosas necesarias para la vida. Aquí ya comenzaríamos a “hacer la diferencia”, porque no hay nada peor que la vagancia que ahora existe en nuestras prisiones. “La vagancia es la madre de todos los vicios”, me decían mis padres, y pienso que por eso hay tanto desbarajuste en las cárceles, que produce motines y protestas. Al entrar la persona en prisión tendría que llenar un formulario, señalando lo que sabe hacer para ganarse la vida. Si es un ignorante, entonces entraría al programa de aprendizaje tipo INAFORP, para que en pocos días sepa hacer algo que le produzca beneficios. Cada cárcel tendría varios talleres de producción de ropa, zapatos, reparación de electrodomésticos, cocina para restaurantes, artesanías, servicios de albañilería, pintura, plomería, etc. Y como ese sería el nuevo estilo, los detenidos no podrían alegar que violan sus derechos humanos al obligarlos a trabajar. Sencillamente, como ocurre en el mundo real, si no trabaja no come, no viste, no se divierte (ve televisión, escucha radio, recibe visitas, etc.). Creo que lo que sugiero acabaría con muchos males que existen en nuestras cárceles. El hombre y mujer que trabajan arduamente, no piensan en quejarse ni fregar paciencia a los demás. Además, esto serviría para pagarle un salario especial a los detenidos por su trabajo. Así saldrían con algún dinero en el bolsillo para adaptarse mejor a la vida “de afuera”, sin tener que volver a cometer delitos y sinvergüencerías. Por supuesto que el Estado tendría que mercadear los productos que hagan los detenidos. No pienso que sea difícil venderlos en ferias libres, actividades comunales, super mercados, etc. En otros países los detenidos hacen ciertas actividades productivas. Esto podría considerarse una especie de “terapia del trabajo” para quienes hayan violado las leyes. Lo que sugiero no es tan costoso de realizar. Y con el producto del trabajo del detenido, se podrían tener en mejores condiciones las cárceles, darles mejor comida y otras comodidades. Incluso se podría enviar a los presos de confianza a arreglar y mantener escuelas y edificios públicos. (Esto también ocurre en otros países). Mucho dinero se ahorraría el gobierno y los centros educativos brillarían de limpios y arreglados. Mantener ociosos a los ocho mil detenidos que hay en el país viola sus derechos humanos. Le disminuye el autoestima, los convierte en animales-humanos y los pone a pensar cosas negativas. Ojalá esta idea no caiga en saco roto.
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