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 Lunes 10 de abril de 2000


Una mujer que vela por la seguridad ciudadana

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Maritza Reyes

Lamentablemente, después de la invasión se ha limitado a la Policía; "ya no se hace 'acción cívica' ", que brindaba mucho apoyo a la comunidad en protección civil: rescate, socorrismo. La Policía ha perdido ese contacto con la comunidad, es importante que se reactive para que no se vea al policía como agente que reprime.

La mujer puede cumplir tan bien su rol de policía como el hombre, porque la preparación es igual, aún con las limitaciones de ser mujer. Si yo volviera a nacer volvería a ser policía, estar pendiente de la seguridad de la gente, eso es gratificante".

Antes de la invasión estadounidense muy pocas mujeres o quizás ninguna, ocupaba posiciones de mando en la infraestructura llamada Fuerzas de Defensa, hoy Policía Nacional.

Estas, con menor rango, ejercían posiciones administrativas o de servicio en "acción cívica", en áreas de difícil acceso.

Después, y en el proceso de asunción de un nuevo gobierno, que decidió "desmilitarizar" la Policía, pareciera que el panorama es otro, cuando féminas dominan, con la misma habilidad del hombre, direcciones que eran reservadas para el sexo opuesto.

Es así que en diez años, cargos de jerarquía están en manos de aproximadamente unas 30 mujeres policía.

Cuando Diana Elisa Aponte M. se graduó del Instituto José Dolores Moscote y decidió formar fila en el grupo de aspirantes a agentes de la Policía, en las fenecidas Fuerzas de Defensa, no reunía uno de los requisitos de admisión: la estatura (1.47 MTS, cuando lo que se requiere es 1.67 MTS), pero esto no fue obstáculo.

Pese a que su tamaño y peso- 95 libras- no le eran favorable, fue admitida por obtener en el examen teórico uno de los mayores índices, que le permitió ingresar en la Escuela Militar de Enfermeras en México, donde terminó con el rango de Subteniente.

Aponte es una mujer de armas: domina la AK-47, pistola 9mm, fusil, granada; es paracaidista y una de las pocas que tomó el curso de liberación de rehenes.

Y es que estos equipos y conocimientos de defensa los adquirió bien de cerca en 1980, cuando como requisito de graduación en México tuvo que tomar las armas y su equipo de socorro en los campos de enfrentamiento en Nicaragua, donde se libraba la batalla entre el gobierno de Daniel Ortega y la guerrilla del Frente de Liberación Nacional Sandinista (FLNS); así mismo se desplazó hacia El Salvador, donde se daban cruentos combates entre grupos armados.

Aunque Aponte nos comenta que no usa la cofia, ni el uniforme blanco, se siente como un "ángel blanco" y las dos carreras ( enfermería- mujer policía) no las cambiaría por otra.

Durante la entrevista recalcó: "yo soy una enfermera de combate, de guerra, por lo que sé dominar muy bien el miedo en situaciones en la que se expone la vida".

Fue así como nos relató que ella y una hondureña, fueron enviadas a El Salvador y Nicaragua, país neutro que brindaba apoyo a las naciones en conflicto.

En ambos países permanecieron por un mes, en campo abierto y en medio de las acciones de guerra. Ellas actuaban inmediatamente después del ataque, atendiendo muertos y heridos. Detrás del comando de enfermeras preparadas para situaciones bélicas, le seguía el hospital móvil, integrado por médicos y otras enfermeras.

A estos "ángeles blancos" le correspondía evaluar, suturar y marcar las heridas, para facilitar la labor del hospital móvil. En el Salvador vestían de casco, armas y con granadas en las alforjas y un botiquín de primeros auxilios.

"Por la cantidad de heridos tuvimos que aprender a suturar lo más rápido posible las heridas, aunque muchas veces los pacientes se nos iban de las manos", recordó Aponte.

La situación muchas veces nos le daba la oportunidad: "teníamos que atender a la vez de 5 a 10 heridos, la misma situación te automatizaba", agregó. Al mes de exponer sus vidas en las ráfagas de fuego, en El Salvador y Nicaragua, fueron devueltas a su país, en vista de que una de las enfermeras, que era hija de un diplomático, fue picada por un alacrán, lo cual dio como resultado que las mujeres fueran excluidas de esas misiones en menos tiempo.

De vuelta a Panamá, Diana Aponte trabajó en el programa "Acción Cívica" como enfermera.

Hasta la semana pasada dirigió el Grupo de Apoyo Móvil (GAM o los Rojos) integrado por 130 hombres y 20 mujeres, quienes realizan allanamientos, retenes y profilaxis en la capital y San Miguelito. Ahora se ocupa de la dirección de planeamiento.

El GAM se alista todos los días a las 5:30 p.m. para recibir instrucciones sobre las áreas a cubrir, generalmente son las denominadas "zonas rojas", identificadas en San Felipe, Calidonia, Río Abajo, Pueblo Nuevo, Curundú y San Miguelito.

¿ Alguna vez, en sus 15 años de experiencia, ha sentido miedo?

"Como todo ser humano ¡sí! Hay situaciones en que uno sale a la calle, pero no sabes si regresas, por eso el Policía debe estar alerta de que siempre hay peligro, aunque se llene de coraje".

"En las calles utilizamos el procedimiento policivo: ¡alto, policía!... y después procedemos a identificarnos porque "nadie tiene en el pecho un letrero que diga "yo soy delincuente", recalcó pero a la vez advirtió que el agente sabe quiénes son los maleantes, pero que lamentablemente por las normas del sistema de justicia, los malhechores "salen hasta mucho antes de terminar el operativo".

En sus vivencias como mujer policía en Panamá, dijo que se rasguñó la pierna con un alambre de púas, tratando de atrapar a un adolescente y en otra ocasión recibió varios disparos desde un vehículo robado, pero el peor de los casos fue el de Villa Lucre, en la que tuvo que aplicar sus conocimientos de liberación de rehenes. "En esos tres casos vi mi vida en peligro", reconoció.

Según la sicóloga Marisol Reyna, normalmente la mujer policía debe combinar su profesión y su vida familiar, con las situaciones que confronta a diario, "es una realidad; la mujer de ahora es aguerrida, se atreve y sabe tomar decisiones".

La sicóloga destacó que para esto es importante que el amor, el respeto, el diálogo, la autoestima y la igualdad de derechos entre la pareja, conlleven a que cada miembro de la familia conviva en armonía, asumiendo sus propios papeles de vida.

La subdirectora de la Zona Policial Metropolitana, mayor Linda Moreira, se mostró de acuerdo en que el trabajo de la mujer policía requiere de muchos sacrificios y vocación. No obstante, expreso que ahora sí se le da a la mujer la oportunidad de demostrar su talento en este campo que es duro por las exigencias de los tiempos modernos.

El comisionado policial Bolívar Castillo, jefe de la Dirección de Información e Investigación Policial (DIIP), manifestó que la mujer policía es "digna de admirar" por la variedad de funciones que tiene que desempeñar en el hogar y en su misión como policía.

La mujer policía ya no sólo es una uniformada, con la "desmilitarización" éstas salen graduadas con especialización en derecho penitenciario, licenciatura en policía y enfermería.

El periodo después de 1989 ha sido ventajoso "se ve que a la mujer se le toma en cuenta, nos tienen en puestos de bastante responsabilidad, tanto así, que el varón respeta la decisión de una oficial femenina "ellos están anuentes que la decisión que nosotras le damos es una decisión seria y si tenemos que ir a la calle en situaciones de riesgo estamos, dispuestas", señaló Aponte.

Reveló que no sólo las mujeres graduadas de VI año acuden a la entidad en busca de trabajo, también lo hacen mujeres profesionales, porque son bien remuneradas, tienen un seguro de vida y la posibilidad de ubicarse en una dirección. "Aquí no tienen cabida las 'gordas', a menos que sea un personal antiguo", explicó.

Por su parte, el director de la Policía Nacional, Carlos Barés, reconoce que el trabajo de la mujer policía es "muy positivo" y es una parte "importante" de la institución, que se calcula tiene en total unos 12.000 efectivos. Barés añadió que con un número aproximado de 1100 de ellas, él las ha tomado en cuenta con una participación activa.

"Aunque el trabajo del policía es preventivo, se recalca el uso limitado de la fuerza que debe ser progresivo de acuerdo a la acción del ciudadano", explicó Aponte, a la vez asegura que el trabajo de policía es difícil y de organización y sobre todo a la persona le tiene que gustar.

"Mi padre, que ya dejaba la carrera, aunque no se opuso a mi decisión, me dijo que veía difícil que una mujer terminara la carrera militar; pero aquí estoy como mayor de la Policía Nacional, igual que otras mujeres que determinaron uniformarse", puntualizo.

 

 

 

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El periodo después de 1989 ha sido ventajoso "se ve que a la mujer se le toma en cuenta, nos tienen en puestos de bastante responsabilidad, tanto así que el varón respeta la decisión de una oficial femenina. "Ellos están anuentes a que la decisión que nosotras le damos es una decisión seria y si tenemos que ir a la calle en situaciones de riesgo, estamos dispuestas", aseguro la mayor Aponte.

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