Domingo de Pascua es el día en que incluso la iglesia más pobre se reviste de sus mejores ornamentos y se embellece con las flores mas hermosas. Hoy es el día en que se reúne ante la sagrada Mesa un mayor número de fieles, y la comunidad cristiana se entrega al gozo mas ostensible. Pascua es la cima del año litúrgico.
Es el aniversario del triunfo de Cristo. Es la feliz conclusión del drama de la Pasión la alegría inmensa que sigue al dolor. Pero dolor y gozo se funden pues se refieren en la historia, al acontecimiento más importante de la humanidad: el rescate por el Hijo de Dios del pecado original.Cristo al celebrar la Pascua en la Cena, dio a la conmemoración tradicional de la liberación del pueblo judío un sentido nuevo y mucho más amplio.
No es a un pueblo, una nación aislada a quien Él libera sino al mundo entero, al que prepara para el Reino de los Cielos. Las pascuas cristianas celebran la protección que Cristo no ha cesado ni cesará de dispensar a la Iglesia hasta que él abra las puertas de la Jerusalén celestial.
La fiesta de Pascua es, ante todo la representación del acontecimiento clave de la humanidad, la resurrección de Jesús después de su muerte consentida por él para el rescate y la rehabilitación del hombre caído.
Este acontecimiento es un hecho histórico innegable. No se puede comprender ni explicar la grandeza de las Pascuas cristianas sin evocar la Pascua Judía, que Israel festejaba, y que los judíos festejan todavía, como lo festejaron los hebreos hace tres mil años, la víspera de su partida de Egipto, por orden de Moisés.
El mismo Jesús celebró la Pascua todos los años durante su vida terrena, según el ritual en vigor entre el pueblo de Dios, hasta el último año de su vida, en cuya Pascua tuvo efecto la cena y la institución de la Eucaristía.