No encuentro el término DELFINARIO en mi Larousse. Así que en adelante el proyecto de San Carlos, para mí será el Acuario. Por lo pronto, necesito respuestas sin misterios ni oscuridades para determinar si estoy de acuerdo o no con la caza de los delfines. ¿Será el estanque un cebadero de marsopas para que en Japón se satisfaga la multimillonaria demanda por el sashimi? ¿Esto no será una celda provisional de bufeos, mientras cazan hembras y machos para enviarlos a reproducirse en cautiverio a otras latitudes?. ¿Se reproducirán aquí estos parientes de “flipper”, sólo para vender los cachorros a otros acuarios?... ¿El proyecto contempla adiestrar a los cetáceos aquí en Panamá?. ¿Habrá un parque grande con estacionamientos y graderías donde los delfines harán piruetas como en el Sea World de Orlando Florida?. Si las respuestas son las que usted y yo esperamos esta inversión extranjera, seguro que ahuyentará a muchos perros y gatos que hoy duermen en cientos de fogones de esos pueblos costeros del arco seco panameño. De otra manera habría que sumarse cuanto antes a los que se oponen.
No debemos adversar el proyecto, sin antes ver los planos y los propósitos de los inversionistas. En caso que haya garantías que certifiquen que el acuario será beneficioso, los miles de opositores debiesen reconsiderar su postura, sabiendo que cuando Dios creó al hombre, le dijo: Y, señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Yo sé, que señorío significa dignidad. Y me imagino que los planos de estos estanques contemplan sitios con esparcimiento adecuado. Claro, que no será como en el mar abierto de nuestro esplendoroso litoral, pero tampoco el hacinamiento infernal e inhumano que existe en La Joyita, vejamen peor aún... ¡Grandioso protestar por los delfines!, pero ¿por qué no, por los cientos de perros amarrados en portales de residencias, bajo el inclemente sol capitalino...?
