Realmente hay ilusos en Panamá. No son exclusivos de este país; eso es claro, pero aún así resulta sorprendente cómo los panameños de abajo y algunos de "la high" se comen el teatro de los diferentes políticos que se disputan el poder.
En televisión, radio, diarios e Internet se libra una batalla sin cuartel entre los políticos. Se gastan millones y millones de dólares en campañas negativas para resaltar lo peor del adversario electoral.
Tal es la bajeza y vileza con que se han llegado a golpear mediáticamente, que cualquiera pensaría que si se ven en un callejón, se van a entrar a trompones.
Pero mirando un poco más detenidamente a las vidas de estos candidatos a diferentes puestos de elección, sus lazos familiares, financieros y de amistades, nos daremos cuenta de que la próxima vez que se encuentren, probablemente será para invitarse una cena o unos tragos.
Es que en un país pequeño como Panamá, los círculos políticos se cruzan con los familiares, y los financieros.
No es inusual que en la mañana estos políticos durante un evento proselitista en una barriada humilde lancen lodo a la reputación de sus adversarios, y en la noche se sienten a la misma mesa para celebrar un quinceaños o un matrimonio de un familiar o amigo en común.
La mejor analogía que podemos usar para comparar a la política criolla es la lucha libre de la WWE. En el ring, los luchadores simulan una enemistad a muerte, cuyos pormenores han sido redactados de antemano por los escritores y creativos de la federación. Cuando se apagan las luces, esos mismos enemigos salen al club nocturno más cercano a buscar diversión.
Menos mal que la gran mayoría de los fanáticos de la lucha libre ya saben que todo es actuado. Pero en el caso de la política, ¿lo sabrán también los activistas y soldados de las campañas actuales?
Pareciera que no, porque estos hombres y mujeres se creen a pie puntillas cada palabra en el mensaje de los políticos a los cuales sirven como repartidores de panfletos, pegadores de pancartas y voceadores de slogans.
Escuchando a algunos de estos "creyentes", salen a resurgir rencores, odios y paranoia contra la gente de la campaña contraria, que con frecuencia resultan ser individuos de su propio barrio y condición social.
Panameño, la lucha es actuación, al igual que el 99% de las palabras de la clase política actual. Ya lo hemos visto con las sonrisas hipócritas y alianzas electoreras circunstanciales que se han dado en los dos principales fuerzas en conflicto en esta contienda electoral.
Vota por quien prefieras, pero no esperes de ellos más de lo que el sentido común indica. Como dijo Rubén: "No te dejes confundir, busca el fondo y su razón".