El Ministro de Educación y los constructores de la Escuela de Playa Chiquita, en el distrito de La Chorrera, merecen estar en la cárcel.
¿Delito? Construir un plantel educativo para niños de escuela primaria a pocos metros del vertedero de basura, exponiendo a los pobres párvulos a sufrir enfermedades respiratorias por inhalación de gases y la hediondez.
Sin el menor reparo se edificó una escuela en un cerro cerca del sitio donde se depositan los desechos sólidos, producto de la actividad diaria de más de 200 mil personas de Arraiján y La Chorrera.
Incluso, dentro de los terrenos del centro educativo están perforando un pozo para el consumo de agua de la población asentada en los alrededores, con el consiguiente riesgo para la salud gástrica de la población escolar que allí recibe enseñanza.
¿Cuáles intereses movieron a los que permitieron un asentamiento humano cerca de un basurero? ¿Será una nueva modalidad crear poblaciones alrededor de los vertederos de desechos descompuestos, sin importar la salud de los pobres ungidos de un sitio donde formar un hogar?
Este relleno sanitario funciona a cielo abierto, paralelo a la costa sobre una ciénaga, emitiendo a diario emanaciones que son esparcidas por el viento en el medio ambiente en invierno y verano, y lo mismo ocurre con la cantidad innumerable de cartuchos plásticos que son arrastrados hacia el mar y los manglares cercanos.
En Panamá, no cabe duda, ha habido gobernantes que insultan a los pobres hasta con el subconsciente.