Auto control
y felicidad
Romulo Emiliani
Monseñor
¿Tiene
usted problemas en controlar sus emociones? ¿Padece de
depresiones frecuentes? ¿Sabía usted que la felicidad
depende en gran parte del auto-control?
Tome conciencia de que el descontrol emocional es nefasto.
Recuerde la cantidad de crímenes pasionales que se dan
en nuestros tiempos, piense que muchas de las cosas que hacemos
movidos por el descontrol quedan en el corazón de quienes
las reciben. Las heridas quedan grabadas en el sistema nervioso.
Tome conciencia también que el daño que se hace
uno a sí mismo por causa del descontrol es grande. Uno
se va convirtiendo en una persona variable de acuerdo con los
acontecimientos.
Dios nos hizo para ser dueños de nuestra vida. Estamos
hechos para dar gloria a Dios con nuestra propia existencia.
No debemos ser esclavos de nuestras pasiones. Dios nos exige
llegar a ser grandes como personas. Todo lo tenemos en semilla.
Tenemos que luchar por llegar a ser lo que tenemos que ser.
Mencionaremos algunos pasos para lograr un auto-control:
- Conócese a ti mismo. Hay que vigilar y conocer el
funcionamiento de nuestros instintos, de nuestras pasiones. Recuerda
la última vez que caíste víctima de tus
pasiones, de tus instintos, de tu agresividad.
- Cultiva pensamientos positivos. Analiza la situación.
Descubre su razón, su lógica. El descontrol emocional
viene cuando no se piensa.
- Ejercita tu voluntad. Dios te la dio para que te ejercites
por medio de ella. Aprende a decir No a las cosas que nada bueno
dejan.
- Mira y analiza las cosas que más te enojan y verás
que la mayoría son intrascendentes. El descontrol emocional
nunca produce nada positivo.
- Ponte como meta ser una persona serena. Entrénate
mentalmente. Visualízate como una persona calmada. Ora
y pídele al Señor que te de el don de la paz; que
te de serenidad de espíritu.
- Practica los métodos de relajación que te puedan
ayudar durante el día.
- Sal de paseo, busca el campo, las montañas, la playa.
- Evita el uso de bebidas alcohólicas. Estas estimulan
y relajan pero causan hábito y no dejan funcionar tu mente
debidamente.
- No culpes a tu sistema nervioso de tu descontrol. Este actúa
en función de tus pensamientos y emociones. Tampoco culpes
a los demás.
- Evita preocuparte demasiado, ya que por más que te
preocupes no podrás cambiar el pasado ni alterar el futuro
demasiado. Lo que hay que hacer es actuar y preocuparse menos.
La preocupación excesiva produce enfermedades y nos impide
pensar con lucidez. Una fe y confianza absoluta en Dios evita
las preocupaciones en exceso; es la curación perfecta.
- Mira y observa las personas que pierden siempre el control.
Son en el fondo muy amargadas, a las cuales todo el mundo rehuye.
Viven una existencia vacía e infernal.
- Admira en cambio a las personas que se conservan tranquilas
y serenas. Mira cómo marchan por la vida. Cómo
llevan sus cruces con una gran paz. Generalmente tienen una vida
espiritual profunda y aprendieron a poner sus problemas en las
manos de Dios.
- Alterándose demasiado no vas a resolver ningún
problema. Más bien lo que hacemos es complicar el problema.
- No agrandes demasiado los problemas. Nunca hagas de los problemas
unos gigantes. Aprende a nacionalizar los problemas. Si Dios
está contigo, ¿quién puede estar contra
ti?
- Cuando vengan esas situaciones difíciles y nace la
triste sensación de que todo se hunde mantén viva
la llama de la esperanza.
- Nunca te doblegues ante las situaciones difíciles
y dolorosas. Vive esperando lo mejor aunque no siempre saldrá
todo perfecto. Se optimista.
- Y no te olvides que, ¡Con Dios Tu Eres
Invencible!
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