EDITORIAL
Reserva nacional de agua dulce
En enésimas ocasiones
hemos sugerido la creación de una gran reserva natural de agua dulce,
ya que en el próximo milenio se advierte una notable escasez del
preciado líquido por la deforestación y la sequía.
El Canal de Panamá, que es nuestro principal recurso, se alimenta
de las aguas del río Chagres a través del lago Gatún,
que fue en una época el lago artificial más grande del mundo.
Sin embargo, la vía interoceánica que mantiene un flujo constante
de aguas sin retorno que van a parar al mar, no se recupera de la pérdida
de millones de galones de agua porque las autoridades pertinentes no han
ideado una solución para frenar el escape de este recurso natural.
Desde hace varios años en la Rusia soviética se creó
la reserva natural más grande del mundo en el lago Baikal, para estar
preparado en caso de que una catástrofe pusiera en peligro el consumo
de agua potable. Panamá ha sido privilegiada con la dotación
de agua y puede decirse que el Canal "es un don del Chagres",
parodiando la frase del río Nilo. Pero no hemos visto la intención
de gobierno alguno de crear la reserva de agua dulce a la que hemos hecho
referencia. Por el contrario, cada vez que pasa un barco por el Canal se
pierden los millones de galones de agua que hasta el momento han sido irrecuperables.
El gobierno que manejará la franja canalera a partir del próximo
año debe ser precavido y asegurar el suministro de agua a la generación
de panameños del siglo XXI, más que un derecho es un deber,
ahora que se hacen intentos para privatizar el agua y en aras de la globalización
sacarla del alcance de los estratos populares. No habrá excusa si
en el lapso de una década llega a escasear el agua potable por la
falta de previsión de las autoridades correspondientes.
Se impone una modernización de las potabilizadoras, sin que
esto signifique la privatización del IDAAN, ya que se han generado
suficientes fondos públicos por las privatizaciones del INTEL e IRHE.
El agua que es un derecho del pueblo, debe seguir siendo cristalina y pura
y con el suficiente flúor, ya que hasta ese elemento que no es muy
costoso le quieren regatear al pueblo.
En lo que insistimos es que nuestro gobierno se vaya preparando para
afrontar cualquier eventualidad y que en un futuro este pueblo no padezca
sed. Hacemos a las autoridades responsables de ejecutar esta propuesta porque
siempre existen las amenazas de la deforestación y el "fenómeno
del Niño".
El pueblo panameño también tiene que cambiar sus hábitos
de consumo del agua, cuyo desperdicio es caro. Panamá ha vivido una
bonanza en el consumo del vital líquido y ahora tendremos que apretarnos
el cinturón porque nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
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