EDITORIAL
Subsidio a los partidos políticos
A la mayoría del pueblo
panameño le ha causado malestar que mientras los hospitales del Estado
y las escuelas públicas están en creciente deterioro, el gobierno
subsidie a los partidos políticos que intervendrán en la próxima
contienda electoral.
El pueblo no se había repuesto del golpe que significó
una erogación millonaria para el referéndum para hace poco
enterarse que se han desembolsado fondos públicos para algunos partidos
políticos, muchos de ellos de poca significación.
El actual gobierno será juzgado por la historia por esta dilapidación,
ya que mientras algunas comunidades se debaten entre la miseria y la desesperanza,
el gobierno subsidia sin justificación a colectivos políticos
que debieran generar sus propios fondos.
El Ministerio de Educación y el Ministerio de Salud siguen recibiendo
severos cuestionamientos por el estado deplorable en que se encuentran los
hospitales y las escuelas, pero nada parece frenar la danza de millones
que más que necesidad parece satisfacer la vanidad de los políticos
en una nación que depende de empréstitos provenientes del
exterior y que tiene que pagar leoninos intereses.
Urgen reformas constitucionales para quitar el lastre de los elevados
salarios de magistrados y legisladores. Así mismo, la carga de un
vicepresidente de más, de suplentes de legisladores y representantes
y los viáticos de funcionarios con viajes innecesarios al exterior.
La tolerancia de las autoridades respectivas ha provocado este relajo que
es amparado por leyes ambiguas, por lo que se estima que se debe impedir
la fuga de fondos públicos que no son filtrados debidamente.
La alta carestía de la vida que se refleja en los prohibitivos
precios de la canasta básica familiar es un peligroso detonante social.
Pero el gobierno, en su triunfalismo estima que dándole una de cal
y otra de arena es suficiente paliativo para frenar el descontento popular.
Craso error.
Lo que hay que evitar es que se desborden las pasiones contenidas por
décadas por culpa de malos gobiernos. Las constantes marchas de protestas
son un ingrediente que hay que tomar en cuenta y no hacer la del avestruz,
de ignorar los nubarrones que flotan en el ambiente político.
El subsidio a los partidos políticos, reiteramos, es una provocación
más para este pueblo frustrado. La extrema pobreza en que viven muchos
núcleos de la población urbana y rural no duden que le pasarán
la factura al gobierno de turno por su indolencia.
El pueblo disparará su voto a los que lo han ofendido y humillado.
El pastel anhelado del Canal no se lo repartirán los que con mentalidad
de ave de rapiña se creen predestinados a usufructuar la "tierra
prometida", que a fin de siglo dejará definitivamente de ser
la quinta frontera.


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