Viernes 19 de marzo de 1999

 








 

 


MENSAJE
Cinco veces resucitada

Carlos Rey

Fue un impresionante informe médico. A la una de la tarde: paro cardíaco. Los médicos aplican electroshocks. A las dos de la tarde: nuevo síncope. Reviven a la persona mediante tremendos golpes eléctricos: Quince minutos después, a las 2:15 de la tarde, el monitor no da ninguna señal. Los médicos trabajan frenéticamente y vuelven a salvar a la persona.

A las 7:15 de la noche, tras un respiro de cinco horas: nuevo síncope, nuevo paro y nuevo milagroso retorno a la vida. A las ocho de la noche, cuarenta y cinco minutos después:otro paro, otros electroshocks y otra resucitación. Al día siguiente, a las seis de la mañana, Geraldine Fletcher, de cincuenta y dos años de edad, toma tranquilamente su desayuno. Llega a ser la primera persona que muere cinco veces en un solo día, y es resucitada las cinco veces científicamente.

Para todo hay récords en este mundo. Geraldine Fletcher, mujer morena, fuerte y animosa, batió el récord de muertes y resucitaciones. Cinco veces, en el lapso de pocas horas, su corazón dejó de latir, y las cinco veces, tras frenéticos esfuerzos médicos, volvió a latir. Pero ¿murió realmente Geraldine? Los científicos dicen que no, que fue una "cuasimuerte", de la cual se recuperó a tiempo, pues de una muerte verdadera, nadie regresa.

Hay dos logros que jamás se han podido alcanzar: uno es detener el envejecimiento; el otro es deshacerse del día de la muerte. Aunque se han logrado fantásticos logros científicos en la curación de enfermedades y en la resucitación de ciertas personas, no hemos podido deshacernos ni del envejecimiento ni de la muerte.

"No hay quien tenga poder sobre el aliento de vida, como para retenerlo -dice el Libro Sagrado-, ni hay quién tenga poder sobre el día de su muerte". (Eclesiastés 8:8).

Por más buena salud que uno tenga, por más benéficos que sean sus ejercicios físicos, por más acertada y eficaz que sea su dieta, a la larga todos nos inclinaremos hacia la tumba y caeremos como roble gastado.

Para ese día inevitable, y para la paz del alma mientras llega ese día, necesitamos un Salvador que nos dé salvación y vida eterna, un Salvador que sea nuestro amigo durante el resto de los años que nos queden por vivir, y que sea nuestro Señor eterno en el día que abandonemos este cuerpo.

Ese amigo, Jesucristo, desea ser nuestro Salvador. Entreguémosle hoy mismo nuestra vida. El será nuestro amigo fiel, hoy y para siempre.

 

 

 

 

FARANDULA
Alessander

 

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