La mujer, su lucha por la igualdad
y su participación en el nuevo milenio
Redacción
Crítica en Línea
Hace 142 años, las
mujeres de la industria textil de Nueva York, en su mayoría inmigrantes
europeas (judías de toda Europa, católicas irlandesas, polacas,
rusas, italianas, austríacas, etc.) que escapaban de la intolerancia
religiosa, racial o política y de las convulsiones belicistas de
todo el viejo continente, llegaron a la conclusión de que el precio
que estaban pagando por el derecho a comer en su nueva patria, era excesivo.
Jornadas de 12, 14 y hasta 16 horas laborales, en condiciones de trabajo
degradantes, con una remuneración muy por debajo de lo que pagaban
a los hombres por tareas similares y sin ningún derecho de organización
o asociación, las privaban prácticamente del derecho a vivir
y las convertía en apéndices humanos de las máquinas
que utilizaban en las fábricas, dándoles apenas tiempo suficiente
para atender sus necesidades y la reposición de fuerzas para la nueva
faena.
Con esta realidad de marco, las trabajadoras de una de las mayores fábricas
textiles de Nueva York, decidieron paralizar sus labores y demandar una
jornada laboral de 10 horas 8siendo las precursoras de esta lucha a nivel
sindical en todo el orbe), igualdad salarial con los varones y mejoras en
sus puestos de trabajo. La fecha escogida: el 8 de marzo de 1857.
Clara Zetkin, periodistas alemana e incasable luchadora por los derechos
de la mujer, propuso en 1910 que se dedicara una fecha para conmemorar cada
año el esfuerzo de generaciones de mujeres por lograr sus reinvidicaciones,
especialmente a la igualdad de derechos y oportunidades, no encontrando
mejor fecha que el 8 de marzo.
Ha transcurrido un siglo y medio desde aquel momento en que se forjó
el movimiento femenino en búsqueda de mejores condiciones para las
mujeres, en el plano del hogar, la familia, la sociedad, en las relaciones
laborales, la política, en fin, como entes promotoras y responsables
en el desarrollo de la humanidad.
El Plan para el Desarrollo de la Mujer, propuesto por el movimiento de
mujeres de Panamá, se ha convertido en un proyecto de consenso, en
el camino hacia la integración social de todas las mujeres, en cada
rincón del país y con iguales oportunidades para una vida
plena.
En este 8 de marzo, confirmamos nuestra vocación de igualdad entre
los géneros, sobre la ética de solidaridad mutua, compromiso
ciudadano, responsabilidad social y amor a la patria que nos cuida como
sus mejores hijas.


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Lograr la efectiva igualdad de condiciones para hombres y mujeres fue
una lucha que quizás inició un puñado de luchadoras
hace casi siglo y medio, pero hoy es una tarea de todas las naciones y sus
respectivos gobiernos, a través de diferentes acciones. |

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