FAMILIA
Hermoso testimonio
- Lic. Joaquín Alberto Arias E.
Soy una persona de 30 años
de edad, hice bachillerato y traté de entrar en la universidad en
dos oportunidades.
Pertenezco a una familia de clase media, desarrollé una vida social
normal, hasta el momento que conocí la droga hace ya algunos años.
Este hecho dividió mi vida en dos etapas: la primera, con dificultades
normales de todo ser humano; la segunda, con los problemas y dificultades
características progresivas en todo drogadicto, que nunca imaginé
cuándo empecé a consumir miedo, angustia, ansiedad, aislamiento,
resentimiento, hasta desarrollar una conducta antisocial.
Al llegar a este fondo no tuve oídos para ninguna de las personas
o entidades que querían y trataron de ayudarme: familia, amigos,
consejeros, médicos, sacerdotes, patrones, sicólogos, etc.
Ante esta presión opté por ir a una clínica de recuperación
con alto costo para mi familia. Regresé a la vida con nuevas energías
y convencido de haber superado mi problema. Inicialmente todo parecía
ir bien pero yo aún no me había liberado de mi obsesión
por consumir; volví a la droga y ahí sí comenzó
mi verdadero infierno, no veía solución al problema en que
me hallaba, ni la misma droga atenuaba mi sufrimiento; aún no conocía
la naturaleza exacta de mi enfermedad. Estaba sin esperanza, ni deseo de
seguir viviendo. Providencialmente una persona que padecía la misma
enfermedad me invitó al lugar donde había encontrado la solución
a su problema. Era la primera vez que alguien me hablaba con su propia experiencia
en igualdad de condiciones; todos estábamos enfermos, sufriendo y
necesitando dejar la droga; me sentí acogido y esperanzado por la
primera vez. Allí encontré libertad para tomar decisiones,
nadie me presionó, no había reglamentos que cumplir, ni cuotas
que pagar, el único requisito era el deseo personal de dejar la droga.
No se necesitaba estar recluído. Ante esta paradójica libertad
tuve la necesidad de abrir mi mente para escuchar y tomar mis propias decisiones.
Han pasado siete meses, aunque al comienzo las cosas no fueron fáciles,
hoy me siento libre de la obsesión por consumir.
Este lugar se llama Narcóticos Anónimos.


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