FAMILIA
"El secreto de la dicha"
- Lic. Joaquín Alberto Arias E.
El verdadero secreto de la
dicha se encuentra en la satisfacción interna del ser humano. Si
no marcháramos tan apresuradamente por la vida, disfrutaríamos
ampliamente de los pequeños detalles que nos brinda el trato amable
con las demás personas. La inquietud y el disconformismo se han hecho
ya crónicos y forman una lacra de nuestra época y de nuestro
tiempo. Sé de personas que apenas poseen algunos bienes materiales,
sin embargo saben gozar la belleza del campo y del mar, de las flores y
de los cielos, saben apreciar las maravillas de la naturaleza, en las que
muchos ni siquiera se fijan y hallan un placer supremo en detalles pequeños
y agradables de la vida, que otros no saben apreciar. La conducta es fruto
constante del pensamiento; si pensamos siempre en lo bello, en lo noble,
en lo auténtico, con el esfuerzo indispensable para asimilarlo, concluiremos
por infundir esas bellezas y cualidades a nuestro carácter. En nuestra
conducta se reflejan nuestras aspiraciones y nuestros deseos; el deseo es
el modelo que la conducta reproduce. Hay quienes buscan inútilmente
la felicidad en el futuro esperando siempre otros tiempos u otras ocasiones
que a su modo de ver les harán felices pero lamentablemente estas
circunstancias nunca llegan, sin advertir que la dicha puede hallarse en
este mismo momento, si se aprovecha sabiamente. La ambición es legítima
y plausible cuando el esfuerzo es para vencer la ignorancia, por elevar
cada día los sentimientos o cualquier otra acción en beneficio
de la humanidad. De estas sanas ambiciones es que nace la verdadera y duradera
dicha. El hombre cegado por una ambición desmedida, sacrifica el
hogar, amigos, bienestar y hasta el honor para lograr lo que desea.
Siempre descuidamos el presente esperando el futuro sin ver lo que
tenemos a nuestro alrededor para disfrutar a medida que recorremos el gran
camino de la vida. La ambición egoísta es un guía equivocado
que irremediablemente arruinará la felicidad de quien la acaricie
y le quitará todo lo que la vida tiene de más bello y dulce.
Los ambiciosos pagan muy cara esta pasión insensata. No existe aún
quien pudiera sobornar a la felicidad auténtica porque no tiene precio
y se encuentra tan a la mano del rico como del pobre. El mundo actual está
lleno de dicha y la encontramos tan cerca de nosotros solo con aceptar buenamente
las cosas que se encuentran en nuestro diario convivir. La vida está
lista para llenar la medida de felicidad dispuesta para cada uno, si adiestramos
nuestra mente para que aproveche todas las oportunidades que encontremos
en la vida, en lugar de envidiar las ajenas.
La felicidad verdadera proviene del cultivo y desarrollo de nuestra esencia
espiritual. El egoísmo nunca puede producir la dicha, porque alimenta
constantemente la naturaleza inferior con todos los elementos que nos aleja
de la dicha. Nadie encontrará la felicidad real si no la busca con
el corazón puro, la mente limpia, propósito noble y generoso
el deseo en pro de los demás seres humanos.


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