OPINION

CUARTILLAS
Desacuerdo

linea
Por Milcíades Ortiz Jr.
Catedrático

Poniendo las manos en la cintura, algo desafiante, la experta en hojaldres del Parque de los Aburridos (o Dominó), dijo burlonamente: "El otro día hizo un escándalo en su escrito porque unos padres ponen a sus hijos "yeyesitos" a trabajar, pero no dice nada de los miles de niños pobres que tienen que trabajar para ayudar a su familia".

Comprendí el enojo de la enorme morena conocida como "La Panga". Es cierto que hay niños de familias pobres que tienen que trabajar para ayudar al hogar. Eso es lo que llaman "trabajo infantil", y es preocupación de la legisladora Teresita de Arias y otras personas.

Traté de explicarle a la representante de las mujeres panameñas humildes y trabajadoras, que ese escrito (columna), sólo se refería a hijos de familias cuyos padres tienen suficiente dinero.

Cuando ese niño trabaja lo hace para conocer lo que es ganar dinero por su cuenta, y no por necesidad. Pero sus palabras me hicieron viajar por el túnel del tiempo de mi memoria, a una experiencia que tuve hace más de treinta años.

Resulta que trabajaba en una televisora y me enteré que habían niños trabajando pelando camarones, en un lugar de la ciudad capital. Con el camarógrafo pude meterme en el sitio (sin pedir permiso), hablé con algunos niños y sus madres.

El sitio era caluroso, lleno de olores fuertes a camarones. Los chiquillos en su mayoría no pasaban de diez años... y trabajaban con entusiasmo. Vi las manos de varios de ellos con cortaduras, producidas al herirse cuando le quitaban la cabeza al camarón.

Hice mi reportaje molesto por ver niños trabajando, dejando la niñez en un balde de camarones. Pensé en los juegos que no tendrían esos pequeños; en las risas que no salían de sus labios, en el terrible destino de estos infantes convertidos en hombres antes de tiempo...

Ese reportaje impactó a muchos televidentes... y también al dueño del negocio. Llamó al director de Noticias y pidió que volviera a entrevistarlo a él, para darme "la otra cara de la moneda".

Con amabilidad, el dueño de la camaronera me indicó que esos niños en su mayoría eran hijos de las mujeres que pelaban camarón. Los chiquillos estaban ayudando a sus madres a conseguir más dinero.

El problema principal era que esas humildes madres no tenían a nadie con quien dejar a los chiquillos. Entonces se los traían al trabajo, donde, primero, los vigilaban y los tenían cerca. Segundo, ayudaban a aumentar el dinero que se ganaban. A no dudarlo, esa experiencia periodística y sociológica, me dio una lección sobre aspectos "positivos" de hechos evidentemente negativos (aunque parezca mentira).

Así que con su desacuerdo, "La Panga" exponía una cruda realidad de Panamá y casi todos los países del mundo. La sociedad no es igual, y tiene gente con dinero y otras que le falta hasta para comer.

De todas maneras, los niños -ya sean pobres o "yeyesitos"-, deben conocer la realidad de la vida. Saber que el trabajo es algo digno y no avergüenza. La plata ganada "con el sudor de la frente" es la única que vale la pena. Dinero conseguido por las drogas, la politiquería y el chanchullo es ¡plata maldita!

 

volver arriba 

 

 

linea
linea gris

| Primera Plana | Portada | Nacionales | Opinión | Económicas | Mundo |
| Deportes | Provincias | Variedades | Sucesos | Sociales | Ediciones Anteriores |
| Buscador de Noticias | Clasificados Epasa |



bandera de Panama
Ciudad de Panamá
Copyright © 1995-2003 Crítica en Línea-EPASA
Todos los Derechos Reservados