Condenados desde un principio al fracaso, los Octavos Juegos Deportivos Centroamericanos fueron un espectáculo bochornoso marcado por la improvisación y una evidente desorganización en todas las subsedes.
HISTORIA DE UN DESASTRE
Esta octava edición de los Centroamericanos nació bajo el "amparo del desastre". Nicaragua, tras anunciar en 2001 que sería sede, desistió en marzo de 2002 por problemas económicos. San José, Costa Rica, que había sido elegida como suplente, también declinó, alegando las mismas razones.
Descartadas las sedes anteriores, El Salvador, el 30 de mayo de 2003, presentó su candidatura ante el Comité Ejecutivo de la Organización Deportiva Centroamericana (ORDECA), dueña de los Juegos. Semanas después, Guatemala haría igual solicitud.
En una votación realizada en Panamá, Guatemala fue elegida como sede de los Centroamericanos de 2005, lo que causó el disgusto de los dirigentes salvadoreños, quienes alegaban que la ORDECA, que preside el panameño Melitón Sánchez, había violado el artículo 45, inciso "e" de ese organismo, el cual estipula: "cuando dos o más Comités Olímpicos Nacionales (CON) soliciten la sede de los Juegos, se preferirá a aquél o aquéllos que todavía no los hayan realizado y si ya los hubiese realizado en su país, se dará preferencia al que cronológicamente los realizó primero". San Salvador, capital de El Salvador, los había hecho en 1994 y Guatemala en 2001, por lo que no quedaban dudas de que le correspondía a los cuscatlecos.
Tras varias conversaciones y reuniones, en las que, incluso, intervinieron los presidentes de ambos países se acordó compartir la sede.
Los juegos estaban programados para diciembre de 2005, pero Guatemala y El Salvador renunciaron a organizarlos debido a los estragos que causó la tormenta tropical "Stan" en ambas naciones, lo que obligó a la fracasada ORDECA, a realizarlos del 3 al 12 de marzo de 2006, en cinco subsedes: Nicaragua, Costa Rica, Honduras, Guatemala y Panamá. El Salvador no albergó ningún deporte ni participó con sus atletas.
UN CAOS COMPLETO
En Panamá los Juegos, finalizados ayer, fueron un caos. Accidentes, instalaciones en mal estado y atletas disgustados, fue, entre otras cosas, lo que hubo. En las otras subsedes, hubo deportes que fueron eliminados por falta de participantes. Ni qué decir del fútbol, deporte que, al igual que otros, no se presentaron.
LO POSITIVO
Los atletas, sin duda alguna, pusieron como siempre la nota positiva de estos Juegos. Ejemplos de valor y esfuerzo, fue una falta de respeto que éstos hayan competido en medio de tanto desorden.
Lo que quedó claro es que, para que estos Juegos no desaparezcan del ciclo olímpico, los gobiernos de la región tendrán que tomar en serio el deporte y habrá que renovar a la ORDECA, una entidad plagada de ineptos sin credibilidad alguna.