¿En cuantos hogares panameños estará pasando tal y como titulamos esta columna hoy? ¿En cuántas casas será porque el papá o la mamá se chuparon la plata en carnaval? ¿En cuántos será porque el papá la usó para acostarse con la intrusa? ¿En cuántos es porque el papá o la mamá se la gastaron en chinguia? Esta cifra jamás la sabremos, pero de seguro más de un chiquillo no asistirá la primera semana todo porque sus padres no planificaron el inicio de clases y "les salió la bruja" .
La irresponsabilidad de un padre ha llegado a extremos nunca antes vistos. Ellos dan prioridad a otros asuntos, antes que la educación de sus hijos, cuando el renglón número uno que debemos dejarle a los nuestros es primero una buena comunión con Dios y una buena educación, pues el resto dependerá completamente de ellos.
Si un padre incumple con su hijo de esta forma, está enviando el mensaje negativo a su familia y a la sociedad, además está tirando a la basura el futuro de su descendencia.
Los padres no son únicamente los responsables. Las madres, aunque no trabajen, deben estar pendientes de que el hombre de la casa cumpla con la educación de sus hijos. Debe exigir al varón este deber. La madres que trabajan, por su parte, también deben velar por la educación de los pela’os.
Un matrimonio sólido no debe andar dividiendo salarios. "Este es mio y esto es tuyo", "yo compro los libros y tu los uniformes, pero pagas el colegial". Esta forma de hablar debe eliminarse. Una pareja que se ama y también ama a sus hijos habla siempre en la primera persona del plural: Tenemos, vamos, haremos, compraremos, etc...
Si usted es de estos panameños o panameñas que por culpa de una irresponsabilidad su hijo no podrá ir a clases, vaya recapacitando y adoptando una nueva postura porque el día de mañana notará las diferencias. Si hizo lo correcto, sus hijos saldrán adelante, pero si no, usted ya sabrá.