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La huerta es la acogedora sombra de árboles frutales, que en gajos derraman sus sabores y olores. |
La huerta es la acogedora sombra de árboles frutales, que en gajos derraman sus sabores y olores. Es la refrescante zambullida y las tiradas desde el barranco al charco azul. Es el blanco bigote que de repente aparece en los rostros risueños de los niños cuando toman la tibia espuma en el corral de ordeño.
Es la palpitante inquietud de la novia, que ansiosa mira hacia el recodo del río, en espera de la visita dominical de su amado. Es el agradable aroma de los mangos y nísperos que maduros caen en el techo de la enramada.
Es la verde guaba que dentro de su estuche guarda bolas de algodón. Es la matanza de la vaca que es compartida en una larga mesa con familiares y amigos. Es la noche plateada donde los abuelos inflan la imaginación de los niños con cuentos de tepesas, duendes y brujas. Es la silampa que en finas gotas de roció se cuela entre los cogollos de la enramada, enfriando el poncho. Es el griterío mañanero y crepuscular de los loros que saludan y despiden el día. Es la sandía que en los meandros del río saludan con su roja sonrisa. Es el canto de los pájaros, la acrobacia de la ardilla mordiendo mangos maduros y el fugaz vuelo de la aliblanca. En resumen, la huerta es la manifestación más pura de los valores universales, como el trabajo, honradez, respeto, responsabilidad y amor.
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