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  LA VOZ DEL INTERIOR

AZUERO: EN LOS RIOS SANTA MARIA, PARITA Y LA VILLA
Las huertas: paraísos en el Interior

Ángel Santos Barrios | Crítica en Línea

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Recién estrenado el nuevo año, la mayoría de las familias del pueblo preparaban sus bártulos para mudarse a las huertas a orillas de los ríos.

Voy para Chitré; a la huerta los Burgos a comer miel con el dedo. Esta es una frase celebre que se popularizó a mediados del siglo pasado, por los residentes en la ciudad capital que de alguna manera habían tenido una experiencia en este distrito en época de vacaciones escolares.

NOSTALGIA
Nuestras huertas (...) ah, nuestras huertas ¡cuánta nostalgia! Fui testigo de las vivencias veraniegas a orillas del majestuoso río Santa María en París de Parita en la finca de mi abuelo Félix Barrios, conocida como “La bola de oro”. Yo era muy pequeño; por eso para hablar de las huertas chitreanas, quién mejor que nuestro historiador don Sergio Pérez Saavedra. Para ilustrar a nuestros jóvenes lectores vamos a retrotraer el tiempo. Tomo un viejo, pero cómodo taburete; lo inclino en la pata de un frondoso almendro, y escucho la narración de don Sergio.

LA HUERTA
Recién estrenado el nuevo año, que coincide con la finalización del periodo escolar, la mayoría de las familias del pueblo preparaban sus bártulos para mudarse a las huertas a orillas de los ríos. Días antes, el jefe de la casa había señalado fecha para el traslado. Ya tenía construida la enramada, limpia de malezas del patio, y se había percatado de que el caudal del río se encontraba bajo, y sus aguas claras por el cese de las lluvias. Muy de madrugada, una caravana de carretas con sus lonas cerosas, su linterna encendida al final de la lanza, parten del pueblo despertando a los pocos que se quedan, con sus ruidos característicos del traqueteo de las ruedas y la fricción que causan las mismas (que están revertidas por un círculo de hierro), al triturar piedras regadas por las calles. En este medio de transporte se cargan los catres, taburetes, el baúl, fardos de ropa, la jaula con el loro, la tinaja, otros trastos y gallinas colgadas en la parte posterior de la carreta. El jadeante perro, aprovecha la sombra móvil de la carreta, y siempre fiel, sigue a la familia.



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