Monseñor Emiliani, le escribo esta carta porque necesito desahogarme y encontrar solución a un grave problema que tengo. Soy un hombre de cuarenta y cuatro años. Desde los veinte años he estado tomando licor. Mi jefe, quien había sido muy comprensivo conmigo, al ver mi situación me despidió hace seis meses. Realmente fue muy paciente, pero yo he ido perdiendo facultades y en el campo en que me muevo que es el de la imprenta.
Mi esposa ya lleva un año viviendo en casa de su madre y los hijos pasan un tiempo con ella y otro conmigo. No puedo dejar de beber.
Estimado amigo. Usted es una de los millones de víctimas de esta enfermedad llamada alcoholismo. Es una epidemia mundial que no respeta a hombres ni mujeres, cargos o dignidades. Usted reconoce que sólo no puede dejar de beber. Ese es un buen inicio. Ya siente que "ha tocado fondo". Lo despidieron del trabajo y se ha quedado prácticamente sin familia. Usted necesita querer de verdad recuperarse y aceptar que sin Dios no lo podrá hacer. Tiene que pedirle al Señor por su sanación y unirse a un grupo de personas que han pasado por su misma situación y le recomiendo Alcohólicos Anónimos.
Allí Le enseñarán cómo mantenerse sobrio por las próximas 24 horas y cuando se dé cuenta, habrán pasado treinta años sin beber licor. Le dirán que usted sigue siendo un enfermo alcohólico pero que ya es una persona sobria. Le dirán cómo mantenerse vigilante y le darán literatura que le ayudará. En A.A. se respeta y no se comenta fuera las historias que se cuentan y usted es tratado como un hermano de verdad. Lo animo a que busque ya un grupo de esos. A mi se me ha invitado para dar charlas en estos grupos y he quedado maravillado al escuchar los testimonios de cambios. Es un gran sistema espiritual liberador.
Mire hermano, usted puede solucionar ese problema. Estoy seguro que recuperará a su familia y encontrará trabajo.
Usted es una persona competente y relativamente joven. Volverá a trabajar y será más exitoso que antes. Estará más unido al Señor y su vida ayudará a otros enfermos alcohólicos a recuperarse. No todo está perdido. Y recuerde que con Dios esto es posible.