Realizamos tantas actividades durante el día que muchas veces no tenemos conciencia de ellas y las efectuamos casi por inercia, como automáticamente, sin evaluar nuestra actuación ni en cantidad y mucho menos en calidad.
Iniciamos el día después de un reparador sueño que nos permite enfrentar la vida cotidiana con ánimo y energía, sin embargo no siempre es así, por múltiples razones.
Al despertar debemos tener contacto o comunicación con nuestras familias o las personas con quienes compartimos la vida diaria en el hogar, actividad a la cual debemos darle calor, motivación, optimismo y alegría, tenemos que hacerles saber y que entiendan muy bien que les queremos, que les amamos y que estamos al lado de ellas, dispuestos a apoyarlos en lo que necesiten.
Al momento de compartir los alimentos debemos colaborar para que sea en un ambiente agradable y de confraternidad, para disfrutar de los alimentos y de una relación familiar de calidad y calidez humana.
Las relaciones en el trabajo, también deben estar enmarcadas en la mejorarla, en un buen trato con los demás, la cortesía y el respeto deben prevalecer y cada acto, cada trabajo debemos realizarlo de la mejor manera posible, imponiendo nuestro profesionalismo y sello personal de distinción. Cada actividad debemos realizarla de la mejor manera, como si fuera nuestro mejor producto y así debemos hacerlo siempre, bien cada vez y mejor todas las veces.
Las relaciones íntimas, las relaciones familiares, las interrelaciones con las amistades y compañeros de labores, así también, lo que comemos, lo que decimos, lo que preparamos, lo que conversamos, debemos hacerlo de calidad, para irnos superando cada vez más. No es fácil, pero sí es posible y cada uno de nosotros merece vivir mejor y con calidad de vida, comencemos ya. |