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Miles de manifestantes se enzarzaron ayer en una violenta batalla campal con la policía en las calles de Kíev, siguiendo los llamamientos de la oposición para "derrocar" al presidente del país, Leonid Kuchma. |
Miles de manifestantes se enzarzaron ayer en una violenta batalla campal con la policía en las calles de Kíev, siguiendo los llamamientos de la oposición para "derrocar" al presidente del país, Leonid Kuchma.
La mecha de los enfrentamientos se encendió esta mañana durante la conmemoración del 187 natalicio del poeta ucraniano Tarás Shevchenko, cuando cerca de 300 opositores intentaron impedir que Kuchma depositara una ofrenda floral ante el monumento del escritor.
En los choques de la mañana resultaron heridas cuatro personas, entre ellas una diputada opositora.
Tras los enfrentamientos, una columna de manifestantes se dirigió al ministerio del Interior y desde allí marcharon hacia la sede del gabinete presidencial.
La manifestación inicial de cientos de personas se convirtió en una marcha con 10.000 participantes que acabaron ante dos filas de medio millar de agentes de policía que protegían el gabinete de la Presidencia.
Tras un intercambio de insultos, comenzaron a llover las piedras, botellas y otros objetos contra la fachada del edificio y los policías que lo custodiaban, quienes replicaron con el lanzamiento de gases lacrimógenas, lo que enardeció aún más a los manifestantes.
Los dos bandos se enfrentaron también a golpes de porra y palo en los incidentes más violentos que se recuerdan en Kíev desde la independencia de Ucrania en 1991.
La oposición ha pedido la unión de todo el pueblo "para derrocar al presidente Kuchma y edificar un estado ucraniano en el que todos tengan cabida".
Esta crisis política que vive Ucrania, comparada por algunos medios informativos con la insurrección que en octubre pasado desalojó del poder en Yugoslavia a Slobodan Milosevic, se remonta a diciembre de 2000.
Entonces, el líder opositor socialista Alexandr Moroz presentó ante el Parlamento grabaciones presuntamente tomadas en el despacho de Kuchma por un agente de seguridad y en las que el presidente sugería la eliminación física de Gueorgui Gongadze.
Este periodista crítico con Kuchma había desaparecido en septiembre de 2000 y su cadáver decapitado fue encontrado poco después en un bosque a 120 kilómetros de Kíev.
Desde la presentación de las grabaciones ante el Parlamento en diciembre acusando a Kuchma, la oposición ha organizado manifestaciones, marchas, cadenas humanas e incluso un campamento de tiendas de campaña en el centro de la capital.
Esta última protesta fue reprimida también violentamente el pasado día 1 y los opositores prometieron no cejar en su campaña para echar a Kuchma del poder.
El presidente amenazó con reprimir a los "grupos políticos destructivos" y dio un ultimátum hasta el lunes para que le rindieran lealtad completa sus ministros y demás autoridades, muchas de las cuales ya han cerrado filas con la oposición.
Kuchma también acusó a la ex viceprimer ministra Yulia Timoshenko y al ex jefe de Gobierno Pavló Lazarenko (ambos en prisión) de sufragar la revuelta popular y lanzar una "campaña política sin precedentes con todos los atributos de una guerra psicológica".
Los manifestantes pidieron hoy la libertad de Timoshenko, acusada por la Fiscalía de contrabando y evasión fiscal de miles de millones de dólares, y quien calificó su detención como un intento de Kuchma para tapar la corrupción rampante en su Administración.
Mikola Melnichenko, el guardaespaldas que grabó clandestinamente las cintas de Kuchma y huyó después, acusó al presidente en una reciente entrevista de robar al menos mil millones de dólares de las arcas del estado y ocultarlos en el extranjero.
"En Ucrania no hay mayor criminal que Kuchma", dijo Melnichenko al revelar el mecanismo de "krisha" o protección a cambio de favores políticos o económicos.
Estados Unidos, país que ha dedicado cerca de 2.000 millones de dólares al desarrollo de Ucrania, envió una carta a Kuchma la semana pasada en la que le advertía de que su respuesta ante la actual crisis mostraría su real "compromiso con la democracia".
El único apoyo abierto que parece tener ahora Kuchma proviene del presidente ruso, Vladímir Putin, quien telefonea a su colega ucraniano varias veces por semana.
Putin relanzó recientemente el interés de Moscú por una Ucrania que quiere disputar a Occidente, para lo que firmó en febrero una serie de acuerdos de alta tecnología y militares a los que Kíev había sido muy reticente en la última década. |