Según especialistas estadounidenses, el excesivo control por parte de los padres sobre la alimentación de sus hijos puede provocar angustia y otros problemas.
Incluso, algunos se aterrorizan con los alimentos que en su hogar les enseñaron que no son sanos.
La norteamericana Beth Dunn, presidenta de una empresa multimedia, alienta a su hijo de ocho años a comer sano. Le sirve alimentos orgánicos y le enseña a leer las etiquetas que figuran en las latas y cajas de cereales. "Quiere ser un chico sano", aseguró la empresaria.
En general, su preocupación no responde tanto a un miedo a la obesidad, sino al deseo de proteger a los chicos de problemas como la hiperactividad, la diabetes y las enfermedades coronarias.