El crecimiento económico de Panamá, de 11.2% durante el año de 2007, sin duda es un hecho positivo. Ese incremento nos coloca entre los países del mundo que tuvieron mejores desempeño en su economía.
Sin embargo, existe otra realidad en la nación: ese crecimiento no permea hacia los pobres, que para colmo hoy sufren de una inflación que antes era impensable y que se ubica casi en el mismo porcentaje del aumento de la economía.
En el territorio istmeño parecen existir dos países: uno que nada en riqueza y otros que rumia la pobreza. Además hay una clase media, que cada día ve reducir su capacidad para adquirir bienes y servicios.
El excelente desempeño que pregonan los voceros oficiales contrasta con las estadísticas de pobreza y el desagrado que sufren los panameños que ven aumentar cada quincena el costo de la vida.
El crecimiento obedece más que todo a la actividad portuaria, la industria de la construcción con sus megaproyectos, el turismo y la explotación de minas y canteras.
Las autoridades deben hacer algo para que ese crecimiento pueda llegar a la mayor cantidad posible de panameños y que no se quede sólo en el mismo grupito de siempre.
La sociedad panameña desde hace años está soportando toda clase de presiones y en cualquier momento puede darse un estallido social. Ojalá que los gobernantes y los políticos tengan esa lectura y hagan algo para disminuir la carga sobre los panameños.