EDITORIAL
Las llagas de la política
Nuestros abuelos decían
que la política nació en un chiquero para señalar las
frustraciones y desengaños que habían sufrido en esta actividad
en la que no se respetaba ética ni el honor de los contendientes
en los torneos electorales.
Salvo honrosas excepciones, el panorama parece no haber variado ya que
se siguen haciendo acusaciones recíprocas entre los distintos aspirantes
a puestos de elección popular.
El término de moda hoy es "impugnación". La trasnochada
impugnación del Fiscal Electoral contra la Alcaldesa Mayín
Correa es un exabrupto que ha recibido la censura general. La revocatoria
de mandato contra la legisladora Mariela Jiménez es otra descabellada
situación que se está dando en el partido Papa Egoró.
Y las frases altisonantes que se escuchan de labios de los diferentes candidatos
ponen de manifiesto que hay un mal olor en la política criolla.
En contraste con otros tiempos, ya no se ve la hidalguía que distinguió
al Doctor Harmodio Arias Madrid y Don Francisco Arias Paredes, siendo merecedor
este último del calificativo de "Caballero de la Política".
La falta de altura en nuestra política se debe a que los partidos
han dejado de ser doctrinarios e ideológicos para convertirse en
colectivos electoreros. Todavía conservan reflejos de mística
doctrinaria los partidos Liberal Nacional y el Arnulfista, aunque el PRD
se dice que se identifica con la corriente social demócrata. Pero
queremos insistir en este aspecto para que los políticos se levanten
con formación y no sean simples montoneros sin ningún orientación.
El Doctor Alberto McKay, en años anteriores, reseñó
sobre una filosofía política de autenticidad escribiendo temas
sobre la Escuela Superior de Panameñismo, escritos que han desaparecido
de los diarios y revistas, por lo que los partidos se dedican solamente
a la información prosaica, sin ningún contenido filosófico.
Estamos alimentando una generación política sin clase.
Ya no se ven tribunos como Jorge Eliécer Gaytán, orador y
liberal insigne de Colombia. Dicho en otros términos, estamos promoviendo
el cuerpo pero no el espíritu. Es evidente que a los panameños
nos está haciendo falta para superar y afrontar nuestras diferencias.
Los panameños debemos crecer y ponernos pantalones largos.
Un conglomerado que tengan llagas en su política, más temprano
que tarde corroe los cimientos de la sociedad. De cara al reto del milenio,
debemos ser conscientes de que tenemos que abonar la cimiente oportuna de
una inmortal generación con el ejemplo que nos legaron los que forjaron
esta nación.


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