¡Ese es tu hijo..!, ¡Qué muchachón!, Lo recuerdo cuando tenía un año y ahora ya está en la universidad. Oye, cómo pasa el tiempo...Comentarios como estos se escuchan dentro de la iglesia, en el cementerio y en la casa de los familiares que lloran cuando alguien se muere.
Lamentablemente esta es una realidad en Panamá. Las familias cada día se frecuentan menos y uno de los ejemplos más claros es que cuando reparten invitaciones para los cumpleaños, bodas, bautizos o cualquier actividad social muy pocos van. Esto pareciera indicar que nadie se quiere relacionar.
Es penoso que un hermano invite a a otro al cumpleaños de su hija y éste no vaya por estupideces, pero el día en que uno se muere uno entonces es que se la pasan llorando alelasones.
El panameño asiste más a las reuniones donde hay malos momentos que en los instantes de alegría familiar. ¿Les gusta más la muerte? En particular, la actitud que proyectan parece indicar que sí. Les gusta las reuniones donde el color negro predomina, donde hay llanto desgarrador, donde no se puede hacer nada, donde se conjugan los verbos en pasado. El era buen hijo, era buen compañero, buen esposo, etc...¿Por qué no podemos hablar en presente? Mengano es un buen esposo, etc.
Todos debemos cambiar este estilo que nos está llevando a alejarnos de nuestra familia. Hay que cambiar los entierros por las reuniones de vida, no de muertes, donde se pone una mesa, la foto del difunto y una vela. Reemplacemos esto por la foto del que vive en un dulce de cumpleaños y una vela, Solo así podemos robustecer las relaciones entre los hermanos, tíos, sobrinos, nietos, abuelos y demás.
¿Eres uno de esos que llora como un loco cuando se muere alguien porque nunca le dijiste en vida algo positivo al que se fue? Si eres de estas personas, nuestro consejo es que compartas más con los vivos. No te excluyas, súmate y vive en paz.
