Haití vivió el martes un nuevo día de tensión, jornada en que el presidente Jean Bertrand Aristide solicitó apoyo internacional para combatir la insurgencia que lo acusa de dictador y que domina el norte del país.
El mandatario pidió la creación de una fuerza policial internacional que actúe bajo la bandera de la Organización de Estados Americanos.
En París, el canciller francés Dominique de Villepin sugirió la posibilidad de que se despliegue una fuerza internacional de paz.
El alzamiento en Haití alcanzó a la ciudad de Hinche, en el centro del país, donde los rebeldes incendiaron el cuartel policial y liberaron a los presos, mientras el presidente Jean-Bertrand Aristide pidió ayuda internacional.
Los rebeldes controlan ahora la mayoría de los caminos que conducen a Artibonite, el granero de Haití, donde residen casi un millón de personas, y han cortado el acceso al norte del país y expulsaron a los policías de una docena de poblaciones. "La sangre se derramó en Hinche", dijo Aristide.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados, Ron Redmond, dijo que la agencia se estaba reuniendo en Washington con funcionarios estadounidenses y caribeños para discutir cómo enfrentar un posible éxodo de haitianos.
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, descartó casi por completo el envío de la policía extranjera o militar a Haití para aplastar la revuelta armada.
El diplomático también reiteró que el énfasis está en lograr un acuerdo político.
Por lo menos 56 personas han muerto en la revuelta que se ha extendido a partir de Gonaives, ciudad situada a unos 110 kilómetros al noroeste de Puerto Príncipe.
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