EDITORIAL
Violencia y muerte en El Carnaval del Milenio
Las prédicas voceadas
por las autoridades publicas, reforzadas por las asociaciones civiles de
protección de desastres, más las recomendaciones de los religiosos
y la repetitiva mensajería de los medios de comunicación masiva
raclamando prudencia en el manejo vehicular, ponderación en los divertimentos
y cortesia en el trato y las relaciones interpersonales, han resultado vanos
esfuerzos cuando los registros de las urgencias hospitalarias y la Policía
Nacional muestran crecientes número de víctimas; innumerables
accidentes, multiples riñas y conflictos violentistas entre los parroquianos.
Las celebraciones populares deben rubricar el mejor sentido de vecindad,la
hermandad entre los ciudadanos al permitir que en ellas se materialice la
creatividad del mejor ingenio humano, expresando sentires, aspiraciones
y reconocimientos; sin embargo, la torcedura que hoy ofertan las carnestolendas,
rebaja esos quehaceres populares, y los traduce en espectáculos desabridos;
carentes de elevación, que por lo contrario degradan y reducen las
estimas y respetos sociales.
Las tradiciones que hicieron de esas fiestas momentos de relumbre y orgullo
han sido aplastadas ahora por prácticas rebajadoras, donde el disfraz
señero, de elegancia manifiesta, es sustituido por embadurnados "diablos"
y parrampanes que acosan al transeúnte para exigirle unas monedas,
mientras danzan en desarmonía, sin prestancia, agitando palos y vejigas
sucias; tampoco resalta el día del traje nacional que antaño
mostraba la belleza y esplendor de la pollera en lo defiles que presidio
la recordada Trona Lefevre, mostrando la exquisita joyeria que aconpaña
a la empollerada.
Los sones sincopados, de raíces caribeñas, dominan el ámbito
carnavalero y las expresiones corporales de insinuación sexual y
gesticulación grosera resultan materia de interés fílmico
en medios televisivo, donde el interrogatorio de doble sentido domina la
información, contibuyendo al desgreño de la fiesta de Momo.
Sin embargo, justo es reconocer los esfuerzos renovados de las autoridades
públicas, junto a las asociaciones cívicas, para reducir los
efectos nocivos del carnaval en degradación; de no existir estos
controles y contenciones los indicadores de violencia y muerte serian senciblemente
mayores.
En Panamá, ante el desgreño y deterioro que sufre la vida
cotidiana, donde valores trascendente son apartado por el triunfal dominio
de la procacidad, el " "juega vivo ", el aprovechamiento
indevido y las prácticas de irresponsabilidad personal, se impone
renovar la sensitiva campaña que durante la dictadura impulsarón
los clubes cívicos y los medios de comunicación, realzando
su importancia imprescriptible.


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AYER GRAFICO |
El toldo "Las Mariposas", una grata reminiscencia de los carnavales
de ayer |


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