Lunes 15 de febrero de 1999

 








 

 


MENSAJE
Demasiado

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

El calor era demasiado ese medio día, como lo era también el tránsito en la autopista de Los Ángeles, California. Jonás Grasso, con demasiado licor en su cerebro, lanzaba su Pontiac modelo 91 a alta velocidad por la autopista. Con tanto calor, tanto tránsito, tanta potencia y tantas copas se produjo lo inevitable: un horrible accidente múltiple en que hubo heridos y muertos.

Grasso, corriendo a 130 kilómetros por hora, chocó con el auto frente al suyo. Otros automóviles que venían por la misma pista no pudieron detenerse. Esto causó un choque en masa que dejó como saldo doce vehículos horriblemente dañados, varias personas heridas y cuatro muertas.

La palabra &laqno;demasiado» es la clave aquí: demasiado calor, demasiado tránsito, demasiada potencia, demasiada velocidad, demasiado alcohol. De estos cinco excesos, dos pudieron haberse evitado, y con eso se habría evitado también el desastre que dejó varios heridos y cuatro muertos. Estos eran: demasiada velocidad y demasiado alcohol.

No hay nada que debiera hacerse en exceso. Los hechos en sí, dentro de su medida natural, no ofrecen mayor problema. El pecado consiste en llevar esos hechos más allá de su medida normal. Don Quijote se aficionó en exceso a las historias de caballería, y &laqno;leyendo y leyendo», para citar al gran escritor Cervantes, &laqno;se le pasaban las noches de blanco en blanco y los días de turbio en turbio. Y se le secó el magín de tal manera que se volvió loco.»

El exceso de tristeza es malo, como también el exceso de alegría. Así mismo lo es el de la pobreza, como también el de la riqueza. Aun la religiosidad, cuando se da en exceso, se convierte en locura fanática.

Quizá fue el exceso de religiosidad lo que llevó a Sadam Hussein a desatar la Guerra del Golfo, donde sufrió una catastrófica derrota. Si tenía otros motivos, no lo sabemos. Lo que sí se sabe es que invocó siempre el motivo religioso. Sobriedad y mesura en todo es la fórmula ganadora.

El deseo de nuestro Creador es que todos tengamos equilibrio en todas las cosas. Hay un Maestro que puede indicarnos cuál es la medida correcta. Ese Maestro es Jesucristo. No hubo nadie en la historia humana más armónico, más equilibrado, más sensato y más mesurado que Cristo. Y está dispuesto a dar esas virtudes a quienes se las pidamos.

 

 

 

 

CULTURA
Panameños bailaron con "El Diablo" y Kaffu Banton

 

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