El uso de prendas ha sido una práctica tradicional desde épocas remotas, la gente usa collares, brazaletes, pulseras, anillos y esclavas, por razones estéticas, religiosas o simplemente por moda.
"A mi me gusta usar collares de plata, porque es atractivo, barato y reafirma mi forma de ser", afirmó con soltura Javier Quiroz, un adolescente residente en Milla 8 de San Miguelito.
Luciendo con orgullo el símbolo del dollar $ en grandes caracteres, este joven aseguró que entre más grande este objeto se luce mejor, especialmente ante las chicas.
Otros, como José Remón, que antes preferían el oro, han tenido que cambiar este metal precioso por la plata, debido a la ola delictiva que se registra en la ciudad de Panamá.
"Prefiero los modelos grandes y llamativos porque van con mi personalidad", afirmó, mostrando las grandes cadenas plateadas que cuelgan de su cuello, relucientes ante los rayos del sol.
MISTICO EN LA CENTRAL
Cuando se trata de gustos, los humanos son muy inventivos y particularmente en el uso de prendas los individuos reflejan la forma como ven el mundo.
"Siempre use crucifijos, gracias a esta fé el señor me ha permitido llegar a cumplir 70 años lleno de salud y vida", sostuvo Arístides López Henríquez, mejor conocido como el Charro.
A diferencia de los jóvenes, que usan ciertas panafernalias para tener una buena apariencia ante la sociedad, este hombre maduro le da un valor místico a sus collares y anillos de plata.
"Un gran crucifijo es mi protección y me permite irradiar magnetismo espiritual alrededor del círculo social que me rodea", explicó.
PRECIOS EN EL MERCADO
"Las prendas de plata se venden más debido a los precios bajos en el mercado", afirmó la administradora de la joyería "Super Oro", Griselda de León.
Según la negociante, la joyería de plata es para el uso del pueblo y su precio mínimo es hasta B/. 5 balboas, esa es una de las causas por las que hoy en día la mayoría de la población prefiere este artículo.
Los precios del oro van desde los B/. 20 y B/. 35 balboas hasta 200 balboas, depende del grosor y de los modelos que exigen los clientes, pero hay para todos los gustos.
El costo elevado de este metal precioso propicia constantes asaltos y robos por parte de los amigos de lo ajeno, que andan incansables en busca de víctimas para cometer sus fechorías.