Las cárceles panameñas constituyen un infierno para muchos de los que viven en ellas, e incluso salen peor a las calles cuando los sindicados cumplen sus penas. Para el Licenciado Diomedes Kaa del Ministerio de la Juventud y Familia experto en temas sobre menores que delinquen, "la experiencia hay que conjugarla con la teoría". "Las experiencia que uno va acumulando, a veces uno se queda con ellas y la gente en realidad no sabe qué pasa", precisó.
"Hay individuos que son refractarios a todo tipo de tratamiento porque tienen problemas de tipo genético, físico, mental o ya han cumplido con una etapa o presión que les impide aceptar voluntariamente la oportunidad que se les ofrece", señaló Kaa.
"Estos refractarios a la larga o a la corta, dependiendo de la intensidad con las que uno pueda trabajar, van cediendo, pero ninguna cárcel es el mejor medio para lograr la reinserción social de nadie", manifestó el experto.
"Ni para estudiar o cambiar actitudes. Son lugares que existen porque la sociedad lo exige para aquellos que tienen una deuda pendiente con la sociedad, allí la puedan purgar", indicó el profesional de las ciencias sociales. Lo que desea es que estos recintos de internamiento, de privación de libertad, se encuentren insertos en las comunidades, indicó el funcionario .
PEZ AL AGUA
"A la persona hay que darle oportunidad en su propio medio y no en uno distinto", pues la "cárcel, es cárcel", advirtió el técnico. "Mientras más se le puede demostrar a una persona lo que ha perdido y lo alejas lo menos posible del disfrute de esa condición, entonces estás asegurando de que la reinserción va a ser menos difícil", precisó.
CASA VS CÁRCEL
"La institucionalización es un fenómeno importante que también tenemos que tomar en cuenta", y ella puede definirse como la persona que "prefiere vivir allá dentro". Esto ocurre porque dentro del penal o centro carcelario "encuentra todo lo que necesita. (para ellos es mejor que) estar afuera donde no hay trabajo, donde viven en lugares criminógenos, donde incluso corren peligro", advirtió.
¿A QUIÉN NO LE CONVIENE?
Para ese ciudadano que se encuentra encerrado ese fenómeno es bueno. "Pero no es bueno para el Estado que lo tiene que mantener y no es bueno para la familia y tampoco para la sociedad en general. Necesitamos personas productivas fuera de la cárcel", expresó Diomedes Kaa. La realidad es que cada vez, hay más presos.
TRAS LAS REJAS
En términos numéricos, La Joya y La Joyita, centros carcelarios ubicados en la ciudad capital, figuran con una enorme población con 2,338 y 2,448 internos respectivamente. Le sigue en tercer lugar el Centro Femenino con una población de 526 reclusos; La Chorrera con 433; El Renacer con unos 499, especialmente colombianos que cumplen penas por delitos relacionados con la salud pública (narcotráfico); Tinajitas con 492; y 12 en San Felipe (Casco Viejo). |