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EDITORIAL
Acuerdo de patrullaje
El narcotráfico constantemente varía sus métodos de operación para utilizar a Panamá como puente de la cocaína que comercian los carteles colombianos. A principios de la década pasada, se utilizaban preferiblemente avionetas y el transporte terrestre para enviar la cocaína hacia el mercado estadounidense, pero ahora el 80 por ciento de la cocaína se introduce por las costas, que son un coladero por la falta de una vigilancia adecuada de las autoridades, principalmente por la falta de embarcaciones del Servicio Marítimo.
Esa situación motivó que Panamá ampliara un acuerdo suscrito en 1991 con Estados Unidos que permite el patrullaje de embarcaciones del Servicio de Guardacostas en aguas jurisdiccionales panameñas y el sobrevuelo de aviones de la Fuerza Aérea norteamericana sobre nuestro territorio continental.
El narcotráfico, el terrorismo y el tráfico de armas son unas de las principales amenazas para la seguridad nacional. Ese tipo de delitos no respeta soberanías y obligan a la colaboración entre los países para reprimirlos.
Panamá tiene 320 mil kilómetros cuadrados de aguas jurisdiccionales, casi cuatro veces el territorio continental. El Servicio Marítimo apenas cuenta con algunas naves medianamente equipadas que hacen imposible una adecuada vigilancia para detectar las lanchas rápidas que ingresan por el mar Caribe y el océano Pacífico.
El acuerdo permite el desembarco de los efectivos estadounidenses en Panamá, quienes estarán sujetos a nuestra legislación. Este es uno de los aspectos que las autoridades panameñas, deben hacer cumplir al pie de la letra, porque puede ser motivo de conflicto, en caso de producirse algún incidente con ese personal norteamericano.
La presencia militar norteamericana finalizó el 31 de diciembre de 1999 y no sería adecuado que efectivos de esa nación anden a la libre por Panamá y protegidos por un estatuto especial, en caso de algún reclamo.
Otro aspecto preocupante son los reclamos que se puedan hacer por daños personales o materiales que se produzcan en un operativo antidrogas. Como las naves del Servicio de Guardacostas son abanderadas con el pabellón panameño durante su permanencia en nuestras aguas jurisdiccionales y un oficial del Servicio Marítimo asume el control de esa embarcación, le corresponderá a Panamá asumir el costo de esas reclamaciones.
Panamá no puede mantener neutralidad ante el narcotráfico. Otros 20 países han firmado arreglos de esa índole con la mayor potencia del mundo, pero la ejecución de este arreglo debe manejarse adecuadamente, para evitar las llamadas grises, que son las que origina controversias entre las partes.
La cooperación panameña debe también ser reconocida de manera efectiva por Estados Unidos, que debe apoyarnos para que se nos excluya de las famosas listas negras. Sin duda, Panamá es uno de los países que mayor colaboración antidroga mantiene con Washington y ya es ahora que nos devuelvan algo por esa colaboración.
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PUNTO CRITICO |
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