Resultan alarmantes las cifras que arrojan que un gran porcentaje de infectados con el VIH-SIDA sean nuestros jóvenes panameños.
Esto demuestra que este sector de la población es la más vulnerable para esta terrible enfermedad y más ahora cuando precisamente nos adentramos a las fiestas de más actividad sexual en nuestro país.
Durante los Carnavales, según las estadísticas históricas, se reflejan la mayor cantidad de embarazos en las jóvenes adolescentes.
Si nuestros jóvenes no atienden los elementales mensajes de educación sobre métodos anticonceptivos o de prevención de enfermedades de trasmisión sexual que imparten en nuestros centros educativos, el problema continuará.
Es preocupante que el 33% de los 6,372 panameños diagnosticados hasta el 2003 con SIDA hayan adquirido esta infección durante la adolescencia.
Es deber de nuestros gobernantes, el Ministerio de Salud y de las máximas autoridades de la educación, el impulsar programas educativos dirigidos precisamente a atacar este flagelo que está acabando con nuestros jóvenes.
La juventud también debe entender que no se puede ser irresponsable en materia sexual, tomando en cuenta que está en juego la vida. Un momento de deseo y pasión, puede ser el pasaporte al más allá.
Por eso para estos días, cuando el desenfreno es lo característico hay que tener fuerza de voluntad y evitar que el deseo nos controle. El sexo no se hace con cualquiera. Debe haber amor de por medio, de lo contrario, se cae en la promiscuidad y con ello surge el peligro del SIDA y con ello viene la muerte. Lo más correcto es la fidelidad, pero de no poder controlarte, lo responsable es utilizar preservativo, eso te puede salvar la vida.