Tan pronto termine la fiesta de Momo, la Junta de Carnaval debe presentar un informe financiero debidamente auditado por la Contraloría. El manejo de fondos públicos impone la presentación rápida y detallada de los desembolsos que se hacen con esos dineros, que provienen de los impuestos que paga el pueblo panameño.
Son 2.5 millones de dólares que forman parte del Tesoro Nacional y la lógica indica que debe existir total transparencia en las diversas contrataciones que se han realizado para los festejos de la farsa en la ciudad capital.
De igual manera se hace necesario hacer una revisión en torno a la futura ruta para los desfiles y culecos, porque el cierre de la vía Bolívar provoca mayores inconvenientes que cuando se realizaban en la vía España.
Así mismo, la Junta de Carnaval no debe esperar que el gobierno le resuelva sus apremios económicos y debería generar sus propios fondos para cubrir los gastos que representan esos festejos.
Los pueblos del interior como Las Tablas organizan carnavales atractivos para propios y extraños generando sus propios ingresos y sin ningún tipo de apoyo oficial. ¿Porqué los de la capital cada año tienen que recibir obligatoriamente partidas que oscilan entre dos y tres millones de dólares?.
El carnaval sin duda es la fiesta del pueblo y por ende los organizadores deben hacer su mayor esfuerzo para llevarle un espectáculo que llene las expectativas. Muchos añoran los carnavales de antaño, donde se apreciaban nutridas comparsas y carros alegóricos bellamente decorados. Hay que hacer lo necesario para que las fiestas que cada febrero celebramos recuperen el lujo y esplendor, para que además de servir de distracción a los nacionales, sea un producto para la atracción de turistas.