A través de la brujería se pueden manipular diferentes objetos y sustancias para obtener resultados sobrenaturales. También se usa para la buena suerte, salud, fortuna y amor. Para practicar la brujería, los brujos deben conocer y dominar la magia. Una bruja tiene pacto con el diablo y, por medio de este, puede hacer cosas extraordinarias. La Biblia, desde el Antiguo Testamento condena esta práctica por todos sus peligros y porque es abominación para nuestro Señor. Levítico 19:26, 31 dice: "No comeréis cosa alguna con sangre. No seréis agoreros, ni adivinos". Vea también Éxodo 22:18; 2ª Reyes 17:17 y Gálatas 5:19-21.
Lo cierto es que la prohibición bíblica para las prácticas antes mencionadas del ocultismo es clara: Deuteronomio 18:10-12: "No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos, porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti". Ver también: 1ª Samuel 28; Levítico 19:31; 20:27, 31; 1ª Crónicas 10:13; Jeremías 29:8.
Nosotros, como cristianos, no estamos llamados a involucrarnos en todos estos fenómenos ocultistas. No debemos olvidar que Satanás ya ha sido derrotado por Cristo (2ª Ts. 2:8: "Y entonces se manifestara aquel inicuo, a quien el Señor matara con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida") y que tenemos victoria en su nombre. Debemos conocer las estrategias de Satanás sin caer en el engaño de ellas. Es importante también recordar que tenemos una armadura de Dios disponible para contrarrestar las tentaciones y ataques del enemigo.