Durante muchos años, al conmemorarse otro aniversario de la invasión norteamericana que acabó con la dictadura narcotraficante panameña, surgen voces que sostienen que no se le rinde tributo adecuado a sus víctimas.
Ni los dos gobiernos del PRD se atrevieron a declarar Día de Duelo Nacional esa fecha, tal vez para no provocar a sectores que se opusieron a Noriega y a sus compinches.
Considero que ha pasado suficiente tiempo como para decidir oficialmente ubicar esa fecha en la perspectiva histórica panameña.
Estoy de acuerdo con que el veinte de diciembre sea un día de Duelo Nacional y no de simple "asueto" para no trabajar. Pero ese duelo debe ser más abarcador que solamente referirse a los muertos panameños de la invasión.
Debe haber duelo por esos panameños que fallecieron, no importa si defendían a Noriega o a la Patria.
También es de justicia que el duelo se extienda a los poco más de veinte norteamericanos que murieron en la acción. Ellos dieron su vida por salvar a Panamá de la dictadura militar narco, aunque fueran extranjeros.
Sugiero que la ocasión debe extenderse a los que fueron asesinados por la dictadura panameña, lo que incluye, por supuesto, los "desaparecidos".
Todos estos panameños y extranjeros fallecieron por culpa de la dictadura panameña y merecen por lo menos un día de duelo.
De esa manera, creo que se haría justicia a todos, no importa de qué bando fueran, cosa que veinte años después realmente no tiene mayor significado.
También pienso que debe haber una actitud gubernamental seria sobre los monumentos respectivos. Aunque a muchos no les guste recordar lo ocurrido (no importa su posición ante la dictadura), deben hacerse monumentos que impidan que se olvide lo que sucedió.
Añada a esto lo que he pedido hace años: que se hagan museos sobre el período dictatorial y textos de historia que relaten la verdad de este hecho que no puede ocultarse a las nuevas generaciones.
Lamento que no se haya hecho un museo en la mansión del ex dictador en San Francisco. Estoy seguro de que muchos turistas extranjeros y nacionales visitarían el sitio, curiosos por conocer cómo vivía ese tenebroso personaje.
Otros museos pudieron hacerse en las fincas que tenía en Chiriquí y las playas...
Todo esto contribuiría a que los panameños no olvidemos lo que sufrimos por la corrupción y ambiciones de malos panameños. Tanto los de uniforme como los civiles que los aplaudieron...