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Sin embargo, soy el escandaloso del barrio

Redacción | Crítica en Línea

En nuestro país se ha hecho común que en las barriadas y comunidades, no solamente en las apodadas populares, los vecinos escandalosos no respeten los días laborables para hacer tremendas pachangas. Les da lo mismo un lunes, miércoles, jueves que un fin de semana. Se desbocan en el licor y la salsa de una manera desenfrenada sin ley y sin control. Con carros sonando sus bocinas en las madrugadas y chicos y chicas yeyes manejando alocadamente, haciendo chillar las llantas de sus vehículos.

Y esto ocurre porque hace falta una educación comunitaria que se base en el respeto al derecho ajeno y a la tranquilidad en horas de descanso. Para esos están los sábados y domingos.

En varias comunidades, hay vecinos que siempre tienen un cumpleaños a la vista, un baby shower o cualquier evento inventado para festejar con bocinas que emiten sonidos que superan los decibeles normales.

En estas fiestas los grandotes causan con sus gritos estrés y migrañas a los vecinos que quieren ir en las mejores condiciones físicas y mentales al día siguiente a sus lugares de trabajo.

También pareciera que las autoridades le temen al poner orden, a fijar pautas que están bien definidas en las leyes. En esto no pueden haber padrinos ni madrinas que ostenten cargos públicos en el Órgano que sea. La tranquilidad vecindaria es igual para todos y todos deben acatarla.

La Policía Nacional juega un papel importante en esto, no importa quién o quiénes sean los escandalosos del barrio. Las Sub-estaciones deben actuar, pero muchas veces pasan agachados y no cumplen a cabalidad con sus funciones y con la confianza que el pueblo tiene depositados en sus integrantes. Prefieren estar en oficinas refrigeradas viendo telenovelas, que estar en las calles sentando pautas de orden y tranquilidad.

Cuando se decidan a actuar con prontitud, se acabarán los "escandalosos del barrio" y la gente seria y respetuosa se los agradecerá.



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