Allí estaba debajo de aquella tolda de hilos de colores. Casi "emparapetada" y poco vistosa, se mantenía de pie, aunque ya había ido a la lona en otras ocasiones. Era una taberna multicolor que apaciguaba los rayos inclementes del sol, en una comunidad jocosa, donde el chiste y los apodos sobrepasan los niveles ordinarios de la vida normal.
Eran las 2:00 p.m., y en el terreno, el más picante juego de béisbol. De repente, empezaron a llegar los personajes... esos mismos que cuando hablan hacen reír con sus ocurrencias y hacen que una carcajada corra fuerte a segunda con un "tú vei".
Mientras el sol calentaba la "toldita" de mala muerte, se escuchó alguien decir: "Mirá quién llegó... es "Manga mocha". En Monagrillo, no se le llama a nadie por su nombre, los apodos son como el número de identidad del ciudadano. "¡Joo!, y mirá con quién vino, con "Triple feo".
De repente, alguien fue a comprar carne en palito y dijo... "Micho Macho" dile a "Puerca loca" que me compre un chorizo".
Nadie se escapa, desde el más pequeño hasta el más grande. "Hey... "Zurrapa". ¿En dónde dejaste a "Saco 'e Sol"?
Se trata de folclor, de tradición y de una cultura que goza de su libertad. Al estadio acudieron, "Venao", "Mosquito Bembón" y "Parche Frío". Muchos preguntaron por qué "Iguana" y "Nariz con Premio" no habían llegado y otro comentó que "Rabo al Hombro" y "Cometa sin Rabo", llegarían más tarde. Alguien más dijo: ¿Y "Pepe Grillo"?
Y EN LA PELOTA...
Los motes o apodos también han pegado con fuerza en el béisbol, tan fuerte como en Monagrillo. En el béisbol es singular como los habitantes monagrilleros.
En el béisbol juega el "Toro" (José Macías) y "El Caballo" (Carlos Lee), no importa el tamaño, porque también juega la "Candelilla" (Rodolfo Aparicio) y el "Frijolito" (David Rivas).
Los hay rápidos como el "Trompo" (Carlos Muñoz) o temibles como el "Mágnum" (Roberto Domínguez). Hay fuertes como el "Caballo de Hierro" (Elpidio Pinto) o de la realeza como "El Duque" (Luis Muñoz).
Los motes no acaban, hay hechiceros como "El Brujo" (Ramiro Mendoza), inquietos como "El Duende" Rigoberto Blanco.
Así es la pelota, así es la vida... en Monagrillo o en el diamante... el béisbol es un amor que nunca muere.
¡Viva el béisbol!