Viernes 17 de enero de 2003

 

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LOS VIEJOS TIEMPOS
Hombres construyendo sueños

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Rosangélica Conte
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Cecil Hynes

Se acercaba la hora, la partida estaba prevista..., niños que le gritaban a sus papis “I love you, daddy”, mujeres desoladas que susurraban entre sollozos “vuelvan pronto”. Y ellos, decididos, buscando valor en algunas palabras o frases que los ayudarán a resistir esa nueva aventura que le llamaban “Canal de Panamá”.

Canal, que quizás nunca pensaron sería una realidad, ya que las mortales enfermedades de la región emanaban un olor a muerte que era tan fuerte como la inmundicia en que vivirían.

“Uhuuuu, Uhuuuu” ¡escuchan! Ese es el barco que transportará miles de hombres, llenos de sueños e ilusiones que transformarían una patria. Colón sería el destino para obreros que venían de Barbados, Martinica, China, Europa y muchas otras ciudades. El primer viaje con 814 trabajadores de las Islas de las Antillas Británicas fue hecho por el barco “Cristóbal”.

Al llegar a tierra, se divisaban enormes filas de negros desesperados por bajar e iniciar una lucha nueva en un pueblo que pensaron encontrarían mejores condiciones de vida que en el suyo. Pero al llegar, muchos se dieron cuenta que no era lo que se imaginaban. El calor era insoportable, la suciedad abarrotaba la ciudad y abundaban los mosquitos transmisores de la fiebre amarilla. Aunque el gobierno trató de erradicar la cantidad de mosquitos, fue imposible.

El gobierno se angustiaba, miles de hombres con temor a morir en las garras de las enfermedades deseaban salir de Panamá, extrañaban sus familias y su vida era difícil. ¡Una estrategia! es lo que necesitaban. Pero la idea que nació en el corazón de aquellos que deseaban ver este sueño culminado, era genial. Y como con amor todo el mundo trabaja bien, trajeron a las esposas e hijos de cada uno de los trabajadores y adecuaron la ciudad para que habitasen cómodamente.

Inició otra época. Las mujeres atendían sus hogares y preparaban deliciosas cenas con las que soñaban los trabajadores mientras caminaban de la zona hasta sus hogares, que muchas veces estaban ubicados en El Chorrillo, El Marañón, La Boca entre otros.

Algunas de las mujeres crearon sus propios huertos, para así seguir con el cultivo de las plantas que tenía en su país. Los negros lucharon por defender y seguir con su cultura, hasta que poco a poco muchos panameños adoptaron estas costumbres.

¿Panamá, crisol de raza? Sí, la mezcla de amores prohibidos y romances fronterizos que vivieron muchos. Hombres de Jamaica, Barbados, Europa, China de un sin fin de lugares, enamorados de las panameñas, indias... el amor no tuvo raza. Ahora preguntas por qué tantos colores, pero al final sólo son dos negro y blanco.

CRECIENDO CON EL CANAL

Ring, ring... ¡está sonando! dije emocionada... Hola, contestó una voz amable. La casa del señor Hynes, pregunté. Sí esta es, un momento... Dígame, era una voz un poco confusa. Le pedí una entrevista y él alegremente accedió, sólo contestó: “usted sabe donde vivo yo”, no... explíqueme. Con acento norteamericano y en un español muy “machucado” me dijo: Por el “Peach Tree”.

Me sentí emocionada pues iba a entrevistar a Cecil Hynes, el trabajador más viejo del Canal de Panamá. Llegó la hora de la visita, pero sucedió algo extraño, fue que en el tratar de entender la dirección entendí “Buger King” en vez de “Peach Tree”, nos era imposible llegar. Hasta que al fotógrafo se le ocurrió la grandiosa idea de volver a llamar.

En un balcón de una casa verde había un señor que a pesar de su avanzada edad, no se le notaba sus 89 años de edad. Efusivamente hacia señas, de que habíamos encontrado la casa.

Dentro de la vivienda estaba la leyenda viviente junto a su esposa la señora Margarita. Nos presentamos, pero era como si nos conociéramos de toda la vida, la confianza era tanta.

De repente, empezó la conversación; él en una mecedora muy llamativa comenzó a relatar el arribo de su familia a patria panameña.

En 1904 con muchos de sus compañeros de Barbados llegó su padre, para ayudar en la construcción del Canal, un año más tarde vendría su madre para procurar que el señor Hynes no se devolviera. Ya que los hombres no estaban felices y se regresaban a su país. el gobierno, que no era tonto, se dio cuenta e hicieron casas para que ellos trajeran a sus familias.

Nos cuenta el señor Hynes que él nació en Colón, cuando ya habían formado algunas barriadas y sociedades, aunque todavía era todo muy primitivo el pueblo se esforzaba por salir adelante. Así fueron construyendo iglesias, escuelas y restaurantes.

Entre comentarios chistosos y fantásticas historias nos mencionó que cuando cumplió 14 años, y terminó el octavo grado, fue al área del Canal donde había la actividad de oficina. Entró con cuidado y mucho miedo a la oficina del fondo, hay lo esperaba un señor, Walter A. Smith, el principal de la oficina.

Le preguntó con una voz amigable ¿Qué busca aquí amigo?... recordó Hynes que le dijo: “Estoy buscando trabajo y de cualquier cosa”. Fue cuando Smith lo colocó en un puesto muy parecido a los mensajeros, pero también debería llenar las tazas de tinta de pluma.

“Trabajé así toda mi vida hasta la hora en que me retiré, cuando empecé trabajando mi sueldo fue de B/.22.50 la hora, yo estaba muy feliz porque en ese tiempo era mucha plata, y mi mamá también porque era una ayuda”, evocó.

Con una mirada remota en el pasado hizo memoria en aquellos tiempos cuando se podía hacer préstamo de sus sueldos cada cuatro días, pero no era en efectivo, sino en una libreta de cinco, siete lo que desearas hasta la cantidad que ganabas.

“Tiempos aquellos”, mencionó, donde con una libreta comprabas tantas cosas como ropa, zapatos y mucha comida. También aclaró que él gastaba poquito porque guardaba dinero para estudiar en un colegio privado y así mejorar su educación, aunque nunca la terminó.

¿Qué si los panameños trabajaban en el Canal? Muy pocos, contestó; ya que en ese tiempo el idioma que más se utilizaba era el inglés, y los panameños no hablaban el idioma, tampoco había escuelas que les enseñaran. Así que los que trabajan en el Canal y no sabían inglés tenían labores manuales.

Acotó que mucha gente que trabajaba en el Canal tomaba el tren en Calidonia, que decía “Tren de trabajadores”, ya que donde estaban haciendo los trabajos no se podía caminar.

Otros trabajadores caminaban desde Guachapalí, que es El Marañón, hasta la zona, igual desde El Chorrillo y La Boca. Empezaban a caminar desde las 4:30 a.m. y el trabajo comenzaba a las 6:00 ó 7:00 a.m.

ACONTECIMIENTOS QUE MARCARON UN CANAL

¿Recuerda usted alguna noticia que haya causado estragos en ese tiempo?, hubo un silencio rotundo por un periodo corto, con algunas palabras en inglés de las que poco a poco fuimos descifrando dijo: “recuerdo cuando vino el príncipe de Inglaterra en su barco al muelle 16 en Balboa, todo el mundo lo fue a ver.

Tampoco olvido la llegada del presidente Roosevelt con sus hijos por una invitación de Harmodio Arias. Para mí los mejores presidentes que ha tenido Panamá fueron Harmodio y Arnulfo Arias.

Otro suceso muy importante fue cuando Limbergh, el primer hombre que viajó en avión, aterrizó en Panamá en su avión Espíritu de Saint Louis.

Miles de hombres murieron por culpa de las dinamitas, eran muertes violentas y crueles”, recordó. Estos acontecimientos eran cubiertos por los dos periódicos de ese entonces, El Panamá América y la Estrella de Panamá, ambos en inglés y español. Al principio la página principal era en inglés, hasta que llegó Arnulfo y lo cambió, acotó.

En aquellos tiempos las cosas eran totalmente distintas a lo que son ahora en costumbres, moda y el diario vivir.

Sólo existía un día de pago que era el 9, ese día fuera lunes, domingo, lloviera o tronara tendrían que cobrar su dinero y eran un montón de pesos grandes, que se lo echaban en el sombrero, acotó.

Mencionó que la gente se vestía muy elegantemente: las mujeres no enseñaba las piernas y siempre andaban con su faja para que estuviesen rectas y con la colita parada.

Sus días libre eran los más esperados por todas las familias; ya que se reunían en grupos y se deleitaban con los chicos cantando y recitando. les hacían comida y había muchas bebidas.

“Estoy muy satisfecho con el progreso que Panamá hizo de 1903 (...) los panameños se deben sentir muy orgullos del progreso de Panamá en un tiempo tan rápido. No sabía que iba a vivir para ver el centenario y gracias a Dios por llegar hasta aquí y cumplí 71 años 6 meses 30 días de trabajar en el Canal de Panamá”, finalizó Hynes con la sonrisa que lo caracteriza.

 

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