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Un afgano de regreso a casa.  |
Un ordenador, una impresora y un escáner. Es el material de que disponen los periodistas del diario Hewad (El País, en lengua pastún), de Kabul, para llegar a sus lectores dos o tres veces por semana con cuatro páginas de información. Además, el periódico tiene que compartir con su único competidor, Anis, la única rotativa existente en Kabul y los camiones que distribuyen los ejemplares.
Ambas cabeceras son propiedad del Estado afgano y tienen su sede en un edificio de estilo soviético, junto al diario en inglés The Kabul Times, que dejó de imprimirse en época talibán y no ha vuelto a salir a la calle. Hewad y Anis sobrevivieron a la dominación de los estudiantes musulmanes radicales, aunque éstos adaptaron los contenidos de los dos rotativos a su estricta interpretación del islam.
'Todo el mundo sabe cómo eran los talibanes', dice el director de Hewad, Ajrudin Eqbal, que recuperó recientemente su puesto tras cinco años de exilio en Pakistán. 'No había libertad de expresión y los periódicos estaban totalmente controlados por el poder. Hasta nos prohibían publicar fotos de personas o animales'.
La mayoría de los periodistas afganos tuvieron que marcharse del país cuando llegaron los talibanes. Éstos colocaron a un director y un subdirector en Hewad y obligaron a sus periodistas a seguir la línea informativa oficial.
Los talibanes editaban un semanario propio, Sharia (Ley Islámica), cuyo director fue destituido por publicar algo que disgustó al ministro de Información y estuvo a punto de ir a la cárcel, pero sus buenos contactos con el mulá Omar, máximo líder del régimen, le salvaron del castigo.
Hewad y Anis se imprimen hoy en un local situado enfrente, junto a un pequeño jardín en el que medio centenar de linotipias, piezas de museo, se oxidan bajo la lluvia. |