MENSAJE
Abrir los ojos sólo para ver el mal

Hermano Pablo
EE.UU.
La señora Rita Thick, que vivía cerca de Londres, Inglaterra, pasó por muy extraños accidentes. No se llevaba bien con su esposo. Las continuas peleas y discusiones afectaban su sistema nervioso, sobre todo al ver cómo lloraba la pequeña hija de ambos. En una de esas peleas familiares sufrió tal ataque nervioso que la señora quedó ciega. Aunque la trataron los mejores oftalmólogos y neuropsiquiatras, quedó completamente ciega y sin esperanzas de recuperación. Pasaron varios meses. La situación del matrimonio iba de mal en peor. En un arranque de desesperación, el esposo de Rita, John, tomó una sobredosis de drogas y murió. Con él murió la hijita del matrimonio, encerrados los dos en un automóvil. Cuando la señora recibió la terrible noticia, volvió a sufrir otro tremendo ataque nervioso. Y aquí se produjo lo insólito, lo extraordinario, lo inesperado: la señora Rita instantáneamente recobró la vista. Sin embargo, lo primero que le tocó contemplar fue un espectáculo de dolor y pena: el funeral de su esposo y su hija. Debe ser realmente triste salir de las sombras de la ceguera en que se ha estado cautivo tanto tiempo, sólo para ver un espectáculo de desolación, de ruina y de muerte. Y sin embargo éste es el destino que espera a miles de hombres y mujeres. Viven ciegos a las realidades verdaderas de la vida espiritual por estar entregados sólo al goce de las cosas materiales. Y cuando despierten, cuando reaccionen, cuando el velo fatal caiga de sus ojos, será sólo para ver los estrados del Juicio Final y contemplar la larga fila de condenados que se dirigen a las tinieblas eternas. Y ellos formarán parte de esa fila. Cristo es la luz del mundo, y quiere iluminarlos a todos. El quiere abrir nuestros ojos y darnos la verdadera visión de las cosas, para que sepamos llevar la vida espiritual y hallar el sendero de la salvación eterna. No la rechacemos.
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