Retiro de Jordan culmina como un cuento
de hadas

Excelencia deportiva
El considerado más grande baloncetista
en la historia, Michael Jordan, anunció ayer, miércoles, oficialmente
su retiro del baloncesto profesional. Su incalculable talento deportivo
quedará plasmado como un legado para todas las generaciones. Jordan,
quien hizo al No. 23 el más famoso del mundo,comenzó su carrera
en 1984, se retiró una primera vez en 1993, pero retornó en
1995, para ganar tres títulos consecutivos con los Chicagos Bulls
(1996, 1997 y 1998).

Chicago, EU -AFP
Crítica en Línea
La carrera de Michael Jordan
culminó aparentemente ayer, miércoles a las 11H00 locales
(17H00 GMT) con la conferencia de prensa en el United Center de Chicago
en la que anunció su retirada del basquetbol rentado, dejando a los
aficionados sólo el recuerdo de sus increíbles acrobacias
y logros.
Un salto de 17 pies para anotar en el sexto partido de las finales de
la liga profesional estadounidense (NBA) en junio pasado terminó
siendo el perfecto final de este cuento sobre una de las figuras deportivas
más grandes de todos los tiempos.
Esta, su segunda retirada, parece definitiva, pues ya se había
ido una vez, en 1993, para dedicarse al béisbol, pero regresó
a la NBA en 1995.
Jordan llevó a los Chicago Bulls a obtener seis títulos
de la NBA en los últimos ocho años (1991-1992-1993-1996-1997-1998),
registrando 35.264 puntos en su carrera, con una media de 31,4 por encuentro.
La máxima cantidad de puntos convertidos en un partido por Jordan
fueron 69, en Cleveland en 1990.
Diez veces fue el máximo anotador de la Liga, cinco veces se le
adjudicó el título de jugador más valioso de la temporada,
seis veces el de jugador más valioso de las finales (playoffs) de
la NBA. Todo en 14 temporadas. En sus últimas seis temporadas completas,
los Bulls siempre se quedaron con el anillo de campeón.
Jordan fue Shakespeare en zapatos deportivos, Beethoven con el balón,
una leyenda deportiva que rivaliza con el boxeador Mohammed Alí o
el futbolista Pelé. Los niños de todo el mundo visten réplicas
de la camiseta de Jordan con el número 23, y todos tratan de ser
como él.
Su contribución a la economía global fue calculada en 10.000
millones de dólares por una revista estadounidense el año
pasado.
'Air' se convirtió en el apodo de Jordan. Fue el espacio en el
que jugó, con movimientos que provocaban asombro.
Una estatua de Jordan fuera del United Center, estadio en el que los
Chicago Bulls ofician de locales, atrae a turistas de todo el mundo. Su
inscripción define a Jordan como: "El mejor que jamás
hubo. El mejor que jamás habrá".
El nieto de un aparcero anotó 45 puntos en su último partido
para dar a los Chicago Bulls una victoria de 87-86 sobre Utah Jazz y un
sexto título de la NBA en junio pasado.
"Si llega, y cuando llegue, el momento en que me retire, espero
que nadie me considere menos por esa retirada", dijo Jordan en aquel
momento. "Mi vida tiene que continuar, tengo otra vida y sé
que tengo que abordarla en algún momento. Ojalá que los aficionados
y la gente lo entiendan".
"Ojalá deje suficientes recuerdos allí afuera para
que todos tengan por lo menos algunos pensamientos sobre lo que hizo Michael
Jordan en sus 13 ó 14 años, y hagan algunas comparaciones,
para que los chicos sigan y se comparen con ellos mismos y lleguen. Esa
es parte del desafío", dijo.
Jordan se convirtió en una estrella en la Universidad de Carolina
del Norte, admirando la destreza de Julius Erving, cuyo clásico salto
para machacar desde la línea de tiros libres copió Jordan
para ganar el primer concurso de volcadas de la NBA.
Jordan provocó su primer impacto en 1982, cuando su tiro con un
salto de 17 pies en los últimos segundos dio a Carolina del Norte
una victoria de 63 a 62 sobre Georgetown en el campeonato nacional universitario.
Luego ayudó a que Estados Unidos obtuviera el oro olímpico
en los juegos de Los Angeles de 1984 (venciendo a España en la final),
aunque su mayor impacto llegaría en Barcelona, en 1992, como líder
del "Dream Team" (equipo de ensueño) de las estrellas de
la NBA que obtuvo la medalla de oro.
Pero todo cuento de hadas tiene su momento aterrador. Jordan fue criticado
por apostar grandes sumas en los play-offs de 1993. Su padre, James Jordan,
fue asesinado por unos ladrones ese mismo verano de 1993. Su mundo se convulsionó,
y Jordan decidió convulsionar el mundo.
El 6 de octubre de 1993, en vísperas del inicio de los entrenamientos
para la temporada 1993-94, Jordan anunció su retirada.
Comenzó a jugar a béisbol, el deporte que su padre siempre
quiso que jugara, pero peleaba en los equipos menores de la liga mientras
que los Bulls fueron despojados del título de la NBA por los Houston
Rockets.
En 1995 -tras un poco feliz paso por el béisbol- Jordan regresó
a los Bulls, emitiendo un comunicado que apenas decía: "Estoy
de vuelta". Jamás se perdió un juego por razón
alguna tras su retorno.
Pero al principio no era el Jordan de antaño. Luciendo un nuevo
número, el 45, y luchando luego de su largo alejamiento, los Bulls
perdieron en los cuartos de final ante Orlando.
Para la nueva temporada, 1995-96, Jordan volvió a lucir el 23
en su camiseta, pero más importante: devolvió a su cuerpo
la condición necesaria para reconquistar el campeonato. Los Bulls
empezaron así su mejor pasaje en la historia de la NBA.
Preguntado por cómo será recordado Jordan, el entrenador
de los Utah Jazz, Jerry Sloan, lo resumió de la siguiente manera:
"Todos saben cómo debería ser recordado: como el más
grande jugador jamás visto".


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