INQUIETUDES
El carnaval se fue de fiesta
En mis tiempos de joven había lo que llamaban "Baile Infantil" en la que se admitían adultos que bailaban de 2 a 6 de la tarde en Barrazas. La única anomalía eran las frecuentes guerra de chupones de naranja de un toldo hacia otro. Pero no se conocía la droga ni la delincuencia armada. Podría decirse que la vida era más sana.

Antonio Dias
Como caso paradójico dos de los mejores carnavales fueron organizados en tiempos de la crisis. Se trató de los organizados por los empresarios Ricardo Gago y Roberto Pascual. Y es que Panamá ha tenido una tradición carnavalesca que no la pueden borrar las crisis políticas ni los problemas que han surgido derivado de ésta. El primer carnaval del que yo tengo memoria fue el Carnaval de La Victoria, en 1946, fue una fastuosa fiesta popular donde no es exagerado decir que la serpentina y el confeti llegaban hasta la rodilla. La máxima atracción de la fiesta del rey Momo de aquel año fue el cantante cubano Orlando "Cascarita" Guerra. Pero los carros alegóricos, los toldos y las comparsa fueron algo fuera de serie. Yo participé de muchas comparsas en mi adolescencia. Los Doraces, Los Manitos, Rodelag, Los Murciélagos y tantas otras que hicieron dichosa mi primera juventud. Sin embargo, guardo gratos recuerdos de los Carnavales de La Concordia (1949) y de los Carnavales de Oro (1959) porque forjé en ellos mis primeras ilusiones y me divertí en grande. Atracciones fueron Daniel Santos, Nelson Pinedo, Benny Moré, Polito Galindes, Alberto Beltrán, La Orquesta Aragón de Cuba, Mon Rivera en toldos como El Malamaña, Tibiri Tabara, Chesterfield, El Bohío y otros que escapan de mi memoria. El único toldo cuya tarima fue forrada en cristal y con aire acondicionado fue el Chesterfield donde actuó la Orquesta Aragón. En mis tiempos de joven había lo que llamaban "Baile Infantil" en la que se admitían adultos que bailaban de 2 a 6 de la tarde en Barrazas. La única anomalía eran las frecuentes guerra de chupones de naranja de un toldo hacia otro. Pero no se conocía la droga ni la delincuencia armada. Podría decirse que la vida era más sana. Debo mencionar que "el terror" de los bailes eran con personajes llamados "Lobo" que era una garantía para los empresarios el que cuidara las puertas de entrada de los toldos. Nunca supe el nombre de Lobo pero sé que trabajaba en una lavandería de Calle 17 Este Central. Lobo despachaba a sus clientes con un atuendo de etiqueta, o sea saco y corbata. Otro émulo de Lobo fue un personaje conocido como Lumumba, pero le quedaba a la zaga de personaje al que hacemos referencia. Antes, la gente del interior emigraba a la capital para ver los carnavales capitalinos. Ahora es lo contrario. Las atracciones artísticas que se presentaban en la capital eran imán en la taquilla. Ahora el carnaval de Azuero sobre todo en Las Tablas, es el que polariza la atracción y prácticamente es pura fama. Dos tunas recorren el reducido parque de Las Tablas y vuelven a su sede de la Avenida Bolívar y Punta Fogón. El lujo que existe en Las Tablas era común antes en Panamá, ya que la capital tiene más comodidades del hoteles., restaurantes, transporte público y variedad de gustos. Por eso es bueno que se rescate el carnaval capitalino para hacer valedera aquella frase de "para qué ir más lejos si en la capital tenemos de todo".
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