SUCESOS Contratista borracho mata a golpes a mujer

Florencio Gálvez Flavio
Crítica en Línea
La vida tiene sus altas y bajas, e incluso los amigos se convierten en enemigos, mientras que parejas unidas, ya sea por el sagrado vínculo del matrimonio o unión sentimental, tienen un final triste. EPILOGO Pareciera ser este el amargo epílogo de una relación entre el señor Reinaldo Martínez Rojas (de profesión contratista) y Esther Omayra Gómez Sánchez. Esta última laboró por espacio de muchos años en el Aeropuerto Internacional de Tocumen, pero jamás pensó que acabaría su vida muerta a golpes, y lo peor, a manos de su propio compañero sentimental. De acuerdo a sumarias del caso, el día 31 de julio de 1998, en horas de la noche, en la casa número 13 del sector de Santa Isabel, corregimiento de Pedregal, provincia de Panamá, fue cometido el delito de homicidio en perjuicio de la señora Esther Omayra Gómez Sánchez, y según el protocolo de necropsia, elaborado por el doctor Andrés Tucker Lay, la causa de la muerte fue evidente: traumatismo cráneo-encefálico. En segunda instancia, la evaluación psiquiátrica forense del imputado, practicada por la doctora Nilda Santamaría de Medina, concluye que el procesado es "un sujeto plenamente imputable". REINALDO En una posición no tradicional para un acusado, el señor Reinaldo Martínez Rojas declaró mediante diligencia indagatoria, ser el responsable de la muerte de esta dama, a quien había conocido en horas de la tarde del viernes 31 de julio de 1998 en un restaurante de comida china, ubicado en el corregimiento de Pedregal. Afirma, sin ambages, que estuvo libando licor desde horas de la tarde y "que en la noche recibió la visita de la señora Gómez Sánchez, con la cual sostuvo relaciones sexuales y posteriormente se quedó dormido". Manifestó que había sido víctima de tres hurtos en los últimos días y que al escuchar un ruido que provenía de las afueras de su residencia, decidió abrir la puerta de la cocina y agredió con una varilla de hierro y un mazo a un "sujeto" que no reconoció en la obscuridad. IRONIA Pero por tragedia o ironía fatal del destino, mezclado con la bendita oscuridad reinante, la persona agredida resultó ser Esther Omayra Gómez Sánchez. Alega que está arrepentido de haber perpetrado el hecho de sangre y que actuó en base a la llamada defensa propia. Otro detalle interesante de este caso, es la declaración rendida por Elizabeth Padilla Rivera, vecina del sindicado. Ella afirma haber recibido la visita del señor Martínez Rojas y de una mujer con la descripción exacta de la ofendida y de la cual no conoce el nombre, horas antes de perpetrarse este acto. La visita se debió a que su sobrino Agapito estaba de cumpleaños. Este joven ciudadano y un amigo, Jorge Enrique Tejada Ovalle, corroboraron los informes proporcionados por Elizabeth, tras asegurar que siendo las seis de la tarde del 31 de julio de 1998, vieron a la señora Gómez Sánchez y al sindicado, llegar en un taxi a la casa de este último. En efecto y es lógico, ambos coinciden en que Reinaldo Martínez Rojas "había estado bebiendo y que a las once de la noche escucharon sus gritos", pues éste sospechaba que un ladrón irrumpía en su casa. Pero el doctor Jorge Rodríguez Cruañas, quien participó en el levantamiento del cadáver de la infortunada ciudadana, ratificó que al momento de practicar esa clase de diligencia, el sindicado se encontraba en un estado de embriaguez agudo. Otro individuo llamado Orlando Ortega Batista, coincide en afirmar esa situación bastante anómala. En tanto, la señora Isabel Cristina Paz Murillo, quien era compañera de labores de la señora Gómez Sánchez en el Aeropuerto Internacional de Tocumen, expresó que la vio por última vez cuando bajó del bus de la institución, en la entrada de Pedregal, a las 3.20 p.m. del 31 de julio de 1998. RUTA Agrega que dicha eventualidad le llamó la atención, en vista de que Esther vivía en el área revertida, lo que le provocó lanzarle un llamado de atención en el sentido de que estaba fuera de ruta. Paralelamente, el señor Jorge Enrique Tejada Ovalle revela que desde que conoce a Martínez, éste mantiene una vida solitaria en su casa y que es contratista de profesión. Advierte que el sindicado es "una buena persona y que le gusta tomar a veces, sobre todo, los fines de semana, pero en su casa, donde no molesta a nadie". Por otro lado, afirma haber visto llegar al procesado en un taxi color verde, como a las 6:00 p.m. del fatídico día y en compañía, por cierto, de una dama. De acuerdo a las descripciones proporcionadas por Agapito, su tía Elizabeth y Jorge Enrique, se desprende que la "señora que éstos afirman que vieron el día del acto macabro, en compañía del señor Martínez Rojas, -mujer de tez trigueña, contextura obesa, cabello corto crespo y de edad mayor a los 40 años-, coinciden con las de la hoy finada. Qué cosas tiene la vida, este contratista quedó preso, enjuiciado en fecha reciente por un jurado de conciencia y su existencia vuelta una etcétera, mientras que la infortunada ciudadana pereció al ser confundida con un ladrón. Negro destino...
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