EDITORIAL
Los partidos políticos y la cosa económica
Si el ritmo y dinámica de los colectivos políticos del país pudiera medirse, como quien calibra la temperatura de un ser viviente, el mercurio desbordaría hoy de los límites de este termómetro etéreo, luego que los principales partidos, el Arnulfista y el PRD, decidieran tomarse el interior para medir fuerzas. Los unos, los del gobierno, están en el área central del país inscribiendo adherentes. Y lo hacen el mismo día que el opositor PRD decidió reunirse en la parte Oeste de la provincia de Panamá, para formalizar su declaración de guerra a Mireya Moscoso. Bando y bando han tomado posiciones radicales, demostrando que el derrotero nacional va en segundo plano cuando de sus intereses se trata. Lo hicieron bien hasta aquí, cuando por 16 meses estuvieron conversando y resolviendo. Pero se acabó; a partir de hoy, el divorcio definitivo. Temen que compartir una mesa para planificar los avances del país les provoque pérdidas entre sus seguidores. Y rompieron lanzas. Lo triste del asunto está en el fondo de la taza: la economía. Cuando la mayoría de los países del Orbe sucumben entre blandas y severas sacudidas de sus economías internas (según sea el caso, en el hemisferio norte o el hemisferio sur, respectivamente), Panamá se da el lujo de tirar por la borda la oportunidad de establecer una estrategia nacional para el mañana. El único país que pareciera no haber sufrido en los dos últimos años, Estados Unidos, ya se prepara (¡cómo país!) para enfrentar la desaceleración. Pero Panamá, la gran Panamá, y sus 800 mil políticos (400 mil de ellos desempleados porque están en oposición), prefiere jugar a la política partidista en lugar de preparar una avanzada y conquistar la región, gracias a sus bendiciones naturales y ventajas comparativas. Hoy veremos alarde y competencia de pulso partidario. Nada más. Es lo que en el barrio se llamaría bravuconería. Pero nada más en sustancia. Nada más.
PUNTO CRITICO |
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