Un alto funcionario de la administración Bush que fue despedido alega que la meta del presidente en Irak era derrocar a Saddam Hussein. George W. Bush y sus aliados de la coalición mencionaron la amenaza de las armas de destrucción masiva como el pretexto para la guerra.
Sin embargo, según el ex secretario del Tesoro Paul O´Neill, el derrocamiento de Hussein era la meta desde el primer día que entró en la Casa Blanca.
"Desde el puro comienzo, existía el convencimiento que Saddam Hussein era una persona mala y debía salir", afirmó el ex funcionario.
O´Neill, quien formó parte del gabinete antes de ser despedido por diferencias con el ejecutivo en diciembre de 2002, hizo las declaraciones en la cadena estadounidense CBS.
Describe una imagen poco halagadora del mandatario diciendo que en las reuniones de gabinete el presidente era como “un ciego en una habitación llena de sordos”.
Las afirmaciones del ex secretario coinciden con el lanzamiento del libro "The Price of Loyalty" (El precio de la lealtad) de Ron Suskind, basado en el testimonio de O´Neill.
El autor dice haber recibido documentos de O´Neill y otros expresando que durante los primeros cien días de la presidencia ya se estaban estudiando las opciones militares para derrocar a Hussein.
Los funcionarios estaban considerando qué medidas de contingencia tomar en la posguerra. Estas incluían tropas de mantenimiento de paz, tribunales para crímenes de guerra y el futuro del petróleo iraquí, según los documentos. |