Navidad y satisfacción son conceptos que van de la mano.
Río Sereno, un poblado en las montañas de Tortí, Chepo, a poco más de tres horas caminando, es testimonio de la magia de la Navidad.
El 3 de enero, un grupo de entusiastas panameños capitalinos se calzaron las sandalias y zapatillas, jeans y ropa holgada para llevar cajas de esperanza y alegría a los niños de las montañas y a sus padres.
Comida, juguetes, ropa, golosinas, piñatas y un enorme pastel llegaron al corazón de la comunidad, luego de varias horas de sudor, caídas, tropezones, cansancio extremo y ansias por encontrar fin al largo andar.
El esfuerzo de la odisea que inició a las 6:00 de la mañana fue coronado a la 1:30 de la tarde con las sonrisas de oreja a oreja que mostraron las caritas felices de la niñez de Río Sereno.
"¡Bienvenidos!" El coro salió de un grupo de adultos y niños que esperaban bajo el techo de la pequeña escuela del pueblo.
La caravana de visitantes compuesta por una camioneta Prado, un viejo taxi pick up Mitsubishi, varios caballos criollos y otro tanto de caminantes, fue llegando poco a poco.
"¡Pasen, pasen!", decían mujeres, hombres y niños, mientras ayudaban a cargar el equipaje. Se tropezaban para apoyar.
¡Qué felicidad ver a tantos niños sonriendo y saboreando un menú de lujo en las montañas!
El arroz con pollo preparado con gallinas del patio, sancocho con sabor a cariño y chichas abrió el brindis de la celebración.
HUMILDES Y EDUCADOS
Con la educación inculcada por la gente del campo, los niños se sentaron con sus mejores modales en un tablillón que servía de mesa y saborearon cada bocado.
Ellos recibieron una bolsita llena de manzanas, uvas, galletas, chocolates, pastillas y otras golosinas; juguetes y participaron de la alegría de romper tres piñatas.
La algarabía culminó con la repartición de una plancha de dulce de 15 x 60 pulgadas. Todos repetían. Grandes y pequeños. Y no faltó quien llorara cuando un pedazo se le cayó al piso.
Lo que allí se vivió la tarde del sábado, ¡no tiene precio! Pero como todo lo bueno tiene su final, la hora del retorno llegó y cada quien buscó acomodarse para hacerlo de una manera no tan dolorosa y agotadora. Así, los que no cabían en el pick up que a empujones llegó a la comunidad, se subieron a los caballos, y a los demás, no les quedó alternativa y tuvieron que apurar el paso.
En una lomita del terreno, el grupo de campesinos se enfiló para alzar sus manos y agitarlas para el adiós. El coro fue conmovedor: "¡No nos olviden!".
LA ODISEA
Desde las 5:00 de la madrugada, el equipo organizador de la actividad inició la tarea. El entusiasmo contagió a todos los ocupantes del busito de Crítica, que salió sin desayuno. Cuando eran las 9:00 a.m., ya el cuerpo exigía el olor del café, lo cual fue saciado en Cañita de Chepo, donde ya se había unido al grupo, patrocinadores del evento, como "Carrusel del pan", Cruz Roja Panameña y apoyo del MIDA.
En Tortí, el aire de la aventura se encendió cuando se inició el trayecto caminando.
"Si camina rápido, en dos horas llega, sino, tomará un poquito más de tiempo", eran las palabras de consuelo de los que ya conocían el camino, como Carlos González, de la Cruz Roja. Había pasado una hora y media, y los caminantes no encontraban el fin. De pronto llegó el pick up del MIDA, que dio un "aventón" a unos cuantos. Los rezagados continuaron caminando. El "empujón" llegó hasta un río, desde el cual el trayecto era nuevamente con los pies en el suelo. ¡Qué va! Casi nadie aguantó y alguien envió un viejo taxi pick up donde sólo cabían unos cuantos. El resto tenía que seguir a pie.
De pronto, como un milagro, aparecieron unos caballos en los cuales se montaron otros tantos, y entre empujones, se llegó a la comunidad.
Los víveres iban en una camioneta Prado, del propietario del "Carrusel del pan", René Rodríguez, quien acompañó a la delegación, con su familia.
AGRADECIMIENTOS
La Navidad en las montañas fue una realidad gracias al apoyo del "Carrusel del pan", Fiesta Casinos; Gilberto Arias, vice presidente de EPASA; Rosario Galindo, sub-gerente administrativa de EPASA; diputado José Blandón, y otros.
¿Y los organizadores?.. Conozca el milagro, no el santo.